viernes, 10 de febrero de 2012

Mi abuelo: Grande, Generoso y Genial


¿Que decir de un hombre del que ya se ha dicho casi todo?. Él tenía seguro todavía algo que decir o que enseñar. Fuese en sus inviernos vallisoletanos o en sus primaveras y estíos en el jardín de La Casa Grande de La Mudarra. En actos académicos o en tertulias amicales, donde siempre era fuente de sabiduría, no solo para los jóvenes, sino para aquellos que ya contaban unas cuantas primaveras en su bagaje vital.

Y es que era un hombre docto en historia, de pluma hábil y elegante poesía; entre otras muchas cualidades imposibles de glosar en este espacio pero, antes que todo, era Abuelo de sus nietos y amigo de sus amigos, que doy fe de que no eran escasos.

Era admirable y quien lo conociera bien podrá afirmarlo, el sentido del deber de un hombre enamorado de una tierra, su Castilla Milenaria. De sus campos labriegos amarillos, bañados de amapolas, de sus Montes Torozos... Y de una ciudad, la del Pisuerga. Porque desde La Mudarra hasta las Américas de Colón, se llevó sus versos y escritos de, ‘’Lo Nuestro’’ como le gustaba decir; un Valladolid artístico y cultural y en parte, hoy, quizás gracias a su labor, más internacional.

Si su vida profesional la ensalzaban condecoraciones, distinciones, actos, medallas y placas entre otros muchos reconocimientos. Hoy, se reconoce lo ya sabido por todos, su calidad humana. Abuelo excepcional que siempre abanderó un lema: ‘’¡Si los padres están para educar, los abuelos están para ‘’malcriar’’!’’ Y así entre la faceta de Abuelo cariñoso y la de recto hombre de valores, fue instruyendo a unos nietos que hoy solo podemos decir: ¡Gracias Godo, Te Queremos!.

Porque si algo hemos aprendido, es que hay que trabajar sin pensar en la recompensa, siempre en pro de lo que es justo y a ser posible de la cultura y las artes, que humanizan este frio mundo. Y Godofredo Garabito Gregorio lo humanizó, le dio color y calor. Y sabor, con esas comidas y meriendas en las tardes de verano en La Mudarra. Como siempre dijo, aunque la mesa y las viandas sean de rigurosa austeridad castellana, lo importante es con quien compartirlas. Y nunca faltó familia, buenos amigos, autoridades o personalidades que pusieran, lo que era quizás, más importante para mi abuelo. Una conversación interesante e inteligente de la que aprender algo nuevo.

‘’ Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir’’, afirmaba Amiel. Y Godo lo hizo con jovial holgura. Se fue como vivió, entre el cariño de los suyos y de una ciudad a la que dio mucho. Y ayer, una vez más, le mostró reconocimiento y le despidió por la Puerta Grande como a los toreros, tras una impecable y fructífera faena.

Sus pies pisaron ya, tus umbrales Jerusalén. Y es que el Caballero del Santo Sepulcro nacido en La Mudarra, el hombre de las tres ''G'', se ha hecho eternidad. Pero «No, /  no serás ciprés de cementerio Godo. / Serás al lado de la fuente,  / florido, lucido y creciente…»


Por todo ello y por mucho más se puede afirmar que Godofredo Garabito Gregorio, mi abuelo, fue y  siempre será Grande, Generoso y Genial.


Guillermo Garabito
Publicado en El Día de Valladolid (10-02-11)
Publicado en La Razón (10-02-11)


http://es.wikipedia.org/wiki/Godofredo_Garabito_Gregorio