lunes, 11 de abril de 2016

Perdonen la tristeza


Sábado. Fue la tarde declinando y haciéndose luto. Se tiñó el sol hasta las enaguas y un montón de golondrinas recién aterrizadas oficiaron el réquiem por el cielo. A mi padre se le murió su madre. Mi abuelo recogía la cocina de la casa por no morirse también él  después de sesenta y cinco años casados. A mí se me fue una abuela y quizá uno de los últimos retales de la infancia.

Escribo con mi abuela Tina ya en los Cielos y al recordar la tumba abierta el domingo me resuenan campanas tocando a muerto. El frío insondable de la iglesia. El mismo frío de la muerte. El pueblo entero, silente, en procesión respetuosa camino al camposanto. Y un palomar en lontananza que quisiera ser panteón y servir de última morada.

Disculpen esta columna doblando a muerto. Pero abuelas no hay más que dos y cuando se te muere una se muere con ella un trozo de la infancia, medio ángel de la guarda, y hasta un poco, o quizá un mucho, de uno mismo.

El cementerio, en el pueblo de mis abuelos, está en un alto. Como si los de Capillas tuvieran prisa por llegar al Cielo.

No soy capaz de echar a andar la memoria diez años atrás, antes de que a ella se le olvidara casi todo. Dejó de hablar y cabían las palabras que decía en una mano. Yo creo que  lo hacía así para contarlas y tratar de que no se la escaparan nuevamente. Aún con eso sonreía cuando la besabas y repetías tu nombre dos o tres veces y volvía a apagarse muy rápidamente y a perderse en no sé exactamente dónde.

Me quedan ya sólo un abuelo y una abuela vivos. Cada uno de mi padre y de mi madre. Entre ellos siguen tratándose de usted.

El sábado por la tarde el Cielo tuvo que ensanchar de forma urgente. A mi padre se le murió su madre y a mi medio ángel de la guarda. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL en abril de 2016.

Hambres y hombres

Las dos Españas, que son tres y hasta cuatro –según tenga el día Pedro Sánchez y le cuadren estos gobiernos que se hace de naipes–, comen de la caridad en demasiadas ocasiones todavía. Porque el hambre es más hambre desde que se muriera Miguel Hernández y ya no se escriben más nanas ni más cebollas. Parece que la crisis es algo ya difuso en el horizonte pero los hay que siguen sin trabajo y sin recursos. Y se nos olvida. Con este panorama de políticos egoistones nos vuelve la inseguridad y la prima de riesgo.

La crisis puso en relieve la gran labor de determinadas instituciones sin ánimo de lucro que fueron un colchón de fondo en el que cayeron muchas personas e incluso familias enteras. Pero un colchón al fin y al cabo donde agarrarse en horas bajas. A Amancio Ortega en 2012 le dio por donar un pico de millones –en euros, ni más ni menos– a Cáritas para apoyar su labor callada y continua y salieron los de siempre a decir que si daba de lo que le sobraba.  Pero ninguno de  los que se quejaba puso ni veinte millones ni veinte euros.

Ayer me dio un amigo de Palencia la noticia de que el Comedor Social se les iba a pique por falta de financiación. El mismo comedor que da de comer a una media de ochenta personas diarias; que a final de mes hace una cifra escalofriante. Las instituciones públicas resultaron ser tan cerradas como la cebolla del poeta. Pobres de ideas y de dineros no supieron hacer frente a esta situación de urgencia. Hoy me llega la noticia de que un empresario, anónimo y palentino, ha donado 24.000 euros para que no tuviera que cerrar el comedor.

Con actos como este uno, que tiene picos de confianza en el ser humano, recobra la fe en el hombre y hasta llega a pensar que a lo mejor el país se libra de irse al garete.

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL en abril de 2016.


Podemos en primavera

Pablo Iglesias no deja amor con cabeza. Ni siquiera en primavera. Lo suyo con Errejón, igual que antes con Tania Sánchez, saltó por los aires una mañana a la hora del café. Sólo les faltó tener preparado un comunicado de prensa que explicase que no había sido puntual, que lo suyo venía de antes y habían intentado arreglarlo por todos los medios. Es lo que tiene la novedad, que acaba cansando. Y Pablo Iglesias corre el riesgo de cansarse de sí mismo por momentos. Más entre la prodigalidad de apariciones jugando a condonar, sin llegar a hacerlo, a Pedro Sánchez por querer ser presidente siendo casta.  Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi vicepresidencia. Y tres o cuatro ministerios. Y alguna secretaría de Estado, ya que estamos.   

Esta mañana se reúnen Iglesias y Sánchez. Una nueva oportunidad y la dejarán pasar y no saben el favor que nos hacen a los españoles. Todo apunta a unas nuevas elecciones y después de esas a otras; porque no se equivoquen, el reparto de escaños, de repetirse estas, tampoco varía en mucho. Aquí siguen vendiéndonos que trabajan: Celebran comisiones, y Mesas y dan ruedas de prensa para justificar el sueldo.

Cómo no tenemos en esta sociedad suficiente telebasura donde se les rompe el amor a sus protagonistas y lo retoman según el guión y las audiencias, tenemos que entrar ahora también en los dramas politicosentimentales que se trae la “nueva” política.  Han convertido el Congreso en un reality sin cámaras en los pasillos.

En provincias a todos sus círculos cuadriculados les toca pasar otra vez el mal trago de elegir entre papá y mamá. Aunque no sé quién es cada en esta discusión de andar por casa y en zapatillas, con coleta y despeinado.    
     
Cuando Monedero se fue de Podemos, o le invitaron a irse para que no siguiera cantando en los mítines, fue como cuando se marcha un pariente lejano. Pero esta grieta existencial entre Iglesias y Errejón exige una custodia de lealtades como mínimo.

Para demostrar su compasión Pablo Iglesias resucita a Echenique y le pone de Secretario de Organización para tenerle muy cerca y observarle mejor. “Qué dientes más grandes tienes…” Y tal vez hasta resucite a Monedero para seguir teniendo quien le jure lealtades.


Se les rompió el amor. Errejón afirmó que obviamente no comparte todas las decisiones de Pablo Iglesias. Pero que Podemos es muy bonito y esas cosas con flores y primavera.

Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid en marzo de 2016.