martes, 29 de diciembre de 2015

Navidad, que es lo importante

¡Lo importante es que estamos bien! Ayer, durante todo el día, la gente no sabía decir otra cosa. Menos a los que les había tocado la Lotería, que la salud se la traía al pairo. El ritmo cardiaco desenfrenado. Le ha caído la Navidad en forma de nieblas a esta ciudad y ya tocaba. El aroma a castañas asadas sin frío no es lo mismo.

Para mí la Navidad es La Mudarra. La Mudarra es mi magdalena de Proust. El crepitar de la leña entre las llamas durante toda la noche en el cuarto de estar y rachas de aire helado tras los cristales. La Misa del Gallo en el Salón dorado temprana, antes de cenar, y un apagón de luces en Nochebuena al llegar Papá Noel, que no es cristiano pero traía regalos.

Al llegar a La Mudarra, por la tarde, íbamos a ver el belén de la asociación cultural El Santillo a la gruta de abajo; allí donde bien podrían haberse refugiado José y María para tener a Dios aquella fría noche. Y por el valle, los pastores. Sebastián con sus ovejas, antaño su padre. Después volvíamos y al entrar en casa nuevamente se escuchaba un coro de villancicos en vinilo que sonaban desde el tocadiscos. Poníamos nuestro belén modestamente, con ríos de plata arrugada, patos que flotaban sobre el papel de aluminio y en la orilla las lavanderas con la espalda dolorida esperando que alguna vez bajase el agua de verdad. La nieve eran copos de harina, que es nieve castellana de oro molido, con la que sueñan los trigales aplastados bajo el sol de agosto. Con los años y las figuritas maltrechas se iban comprando otras nuevas y no había problema cuando en vez de tres había seis pastores, pero seis Reyes Magos… Nunca se vio aquello. Y un año poníamos unos y al siguiente los otros para que no se quedasen ningunos sin hacer camino hasta el portal.

La Navidad es eso y más. Incluso el roscón de las Clarisas. Tengo un amigo que en su casa se compraba un roscón de más y se congelaba para allá por agosto, espíritu navideño aparte, descongelarlo y matar las ansias hasta las Navidades siguientes.

En mi casa el roscón dura poco. Como salgas la Noche de Reyes a la mañana siguiente no quedan ni las guindas. Pero ya saben: ¡Lo importante es que estamos bien!


¡Feliz Navidad! 

Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid el 23 de diciembre de 2015.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Reflexiones de ascensor

Cuenta un socialista retirado que no quedan billetes de AVE desde Sevilla a Madrid para la noche del 20-D. Que Susana y los suyos lo han comprado todo y que en Madrid, casi seguro, va a ocurrir la de “los cuchillos largos”. Y en Madrid la esperan. Si el domingo se cumplen las encuestas, berenjenas incluidas, a Pedro Sánchez le escribiremos el lunes los obituarios en las páginas de política.  

Desde Valladolid el AVE no tiene todo vendido en dirección a la capital. Qué más quisieran los de RENFE, Adif e incluso el soterramiento famoso. Dudo que vayan en tropel los del PP de CyL a celebrar la victoria. Victoria, según las encuestas, pero amarga por si no da siquiera para quedarse en La Moncloa. En el PP no aprenden. Prefieren la oposición si es necesario. Le hacen la cama a Albert Rivera que es con el único con el que caben pactos.

Nadie es profeta en su tierra. Si no que le pregunten a Rajoy que aguantó estoicamente  el gancho que le pegó un vándalo caminando antes de ayer por Pontevedra. Y aguantó de pie porque la democracia no flaquea ni se violenta.

A mi abuela le llama su hermana y le dice que hay que ir a votar, que está la cosa muy mal. Que las pensiones, la eutanasia y todo así.

Y a mí me da cosa escribir de política por si, en vez de leerme hoy, alguien lee la columna mañana. No venga yo a estropearle la jornada de reflexión hablando de política. Sacrosanta jornada de reflexión después de tantos días de publicidad indiscriminada que vendrá a darme una tregua. Tengo un vecino que estoy seguro que es liberado sindical, o le tiene a sueldo un partido político y ya subo por las escaleras por temor a encontrármele en el ascensor. Mañana retomaré el ascensor nuevamente y si coincido con él le diré que mejor cambie de tema; que estoy reflexionando. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el 18 de diciembre de 2015.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Diálogos de la lengua

Siempre quise montar una tertulia de escritores en torno al velador de un café “novísimamente demodé”. Pero se ve que aquello ya no se estila y no me queda otra que reunir a algunas de las grandes plumas del periodismo nacional y organizar la tertulia en diferido. Cada uno en su casa o donde pude pillarles, a horas dispares. Procuro que no se interrumpan o se pisen y hay momentos en los que tengo que decir: Don Luis María, don José ha dicho tal. Y él, con elegancia, me mira y dice, “si lo ha dicho don José, qué voy a decir yo”. Ya digo, querido lector, busqué una primera tertulia para hablar del idioma con los que lo construyen día a día; para diagnosticar su uso hoy en los medios de comunicación y salió este invento en diferido que, vaya usted a saber, quizá hasta llegue a ponerse de moda.

Dar cita a cinco titanes del  periodismo como son José Jiménez Lozano, Luis María Anson, Álex Grijelmo, Ignacio Camacho y Carlos Aganzo –por orden de nacimiento– es complejo. Hablan aquellos a los que todo el mundo mira como faros luminosos en la materia.

Jiménez Lozano recibe en casa. En su Alcazarén remoto a donde le van llegando las noticias que se baten con su muralla de libros casi inexpugnable. Inicia él la tertulia en su despacho –el Cervantes, disimuladamente, coronando la estancia–, como para romper el hielo con su particular cruzada contra el intrusismo del inglés en los medios de comunicación españoles. “La lengua que hablamos hoy nosotros es una lengua anglizada, por un inglés que ha influido mucho en los medios de comunicación.” Hay disparidad de opiniones en la afirmación. Grijelmo asiente. “He escrito mucho sobre eso. Opino que el abuso de anglicismos muestra un cierto complejo de inferioridad del hablante hispano. Creemos que si decimos palabras en inglés somos más importantes. Y eso es señal de que nuestra lengua nos parece inferior.”

Es en este  momento cuando Luis María Anson interviene por primera vez para aportar, con rigor académico, algunas ideas sobre el asunto: “Años treinta, la Academia española dijo: Aquí el deporte, el sport como se decía entonces, se ha puesto muy de moda y vamos a castellanizarlo. Entonces al volleyball se le llamó balonvolea, al basketball se le llamó baloncesto y al fotball, balompié. Yo creo que ni su madre ha usado nunca lo de balón-pie; bueno, el Betis pero nadie más”, resuelve con gracia. Es aquí cuando toma la palabra Carlos Aganzo: Cierto es que los anglicismos en el periodismo, como en tantas otras cosas, siguen imponiéndose como signo de modernidad frente a una especie de complejo secular de los castellano parlantes.”

Se incorpora al fin Ignacio Camacho, que hasta el momento permanecía con gesto reflexivo: “No tenía que suceder así, pero lo han simplificado y jibarizado con gran descuido. Además de llenarlo de anglicismos y contaminaciones lingüísticas inaceptables.”

Les pregunto si el lector se ha vuelto menos exigente con el cuidado de la lengua en la prensa escrita.

“No, los lectores de periódicos siguen siendo muy exigentes con el diario. La mayoría de quejas que llegan en las Cartas al Director tiene que ver con errores de lengua”, defiende Grijelmo. “Sí, en general, en la medida que él también usa y escucha un lenguaje menos cuidado”, afirma Camacho, quien añade: “Pero por fortuna sigue habiendo lectores muy exigentes a los que irrita tanto un error lingüístico o una errata grave como una imprecisión informativa”. Jiménez Lozano sentencia con rotundidad que “la figura del periodista ya no queda como guardián del español. Porque no escribe ni habla como cuando está en la calle. Por eso digo yo que muchos periodistas han dimitido de sus obligaciones.” Luis María Anson salta al ruedo de la discusión nuevamente para defender a los profesionales del periodismo: “El periodista es un hombre enamorado del idioma que trata de cultivarlo de la mejor forma posible”. Aganzo se une a Grijelmo: No lo creo, si hablamos del lector del periódico de papel. Seguramente el lector de El Norte en nuestra web aprecia ahora otras cualidades por delante, como la inmediatez y la veracidad. Pero nunca faltan cartas de los lectores que nos riñen cuando no cuidamos suficientemente nuestra expresión.”

Para evitar que la discusión se encone, saco el tema de las nuevas tecnologías y las redes sociales y si éstas han empobrecido el idioma. Dice el premio Cervantes que él no sigue demasiado esos inventos de las redes sociales: “¡No me aclimato a ellos!”. 

“Inicialmente están estorbando, para qué nos vamos a engañar. Lo que pasa es que estamos en la prehistoria de la digitalización, vamos a ver lo que ocurre de aquí a un tiempo”, sostiene Anson. Grijelmo mantiene el tono optimista en esta cuestión: “Creo que las redes sociales o el correo electrónico tienen aspectos muy buenos, obligan a la gente a relacionarse con un teclado y con la palabra escrita, además sirven para que tengamos una percepción muy precisa de qué tipo de persona nos escribe. Si dispone de un vocabulario amplio o reducido… Las palabras nos visten o nos desnudan mucho más que la ropa.” Medita Aganzo sobre la cuestión: “El lenguaje es una materia viva, y concretamente las nuevas tecnologías le están dando al español un vuelo global que nunca antes había tenido.”

Vuelve a intervenir Anson, siempre locuaz: “Os contaré que yo he viajado por todo el mundo cargando con los tres kilos que pesaba el Diccionario de Julio Casares, que era el que tenía sinónimos. Hoy gracias a internet en el teléfono tienes sinónimos, antónimos y del Diccionario de la Real Academia, citas, frases y lo que quieras. Por lo tanto yo creo que cuando nos acostumbremos a emplear lo que la digitalización nos proporciona me parece que será muy útil para el cuidado del idioma”.

Sobre esta cuestión de la globalización decía Cela que “castellano es el español que se habla en Castilla”, no más. Les pregunto qué opinan acerca del papel de las academias hispanoamericanas y la incorporación de determinados vocablos a nuestro diccionario oficial.

Esta vez es Camacho el primero en expresar su opinión: “Entiendo que la Academia quiera ser inclusiva para recoger los usos de Hispanoamérica. Pero el hablante/escritor debe seleccionar los usos que corresponden a su comunidad cercana y a su propio criterio de la excelencia lingüística. Yo, por ejemplo, me niego a aceptar la supresión de la tilde diacrítica, porque en palabras como solo y sólo tiene una importancia fundamental, aunque a veces los editores de mis textos me hipercorrigen y la suprimen por su cuenta.” Le sigue Grijelmo que añade: “El lingüista mexicano Antonio Alatorre escribió que "el español es la suma de todas las maneras de hablarlo". Y lo comparto. Yo veo el español de América muy rico. Y con creaciones tan legítimas o más que las nuestras.”

José Jiménez Lozano es el más dispar en la materia. Opina que las academias hispanoamericanas no tienen gran criterio por estar subvencionadas. Y en esa línea crítica se muestra Aganzo cuando afirma: Verdaderamente no creo que el trabajo de fijar, que figura en el frontispicio de las tareas de la Española, se pueda traducir en esto. Sobre todo cuando se trata de modas pasajeras, que acceden al diccionario sin ninguna garantía de quedarse. Me parece más bien que se trata de un gesto de falsa modernidad y apertura de la docta casa. Que los medios de comunicación, fieles a la actualidad, se hagan eco de estas modas lingüísticas tiene su lógica, pero que lo haga la Academia es casi una broma.

Entonces Anson, en su condición de académico, tercia diciendo: “Nosotros somos el diez por ciento del idioma español. Hay que partir de esa base. El resto del español se hace, en ocasiones, con una calidad excepcional, no olvidemos que México ha producido a Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura; Centroamérica ha producido a Miguel Ángel Asturias, también premio Nobel. Y no nos vamos a olvidar del chileno Pablo Neruda. Es decir, tenemos que tener la humildad suficiente para asumir que hoy la literatura hispanoamericana, el periodismo, es no ya la mitad, sino más del cincuenta por ciento de la literatura y el periodismo en lengua española.”

Espacio obliga a ir cerrando esta primera tertulia. Aunque, querido lector, se podrían haber apurado un poco más los sorbos últimos del café. Los cinco periodistas coinciden para concluir que, a fin de cuentas, “la literatura es la expresión de la belleza por medio de la palabra.”

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL. Artes y Letras el día 28 de noviembre de 2015.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Hable usted inglés

El inglés en España es una promesa electoral en eterno retorno. Comentaba Rivera desayunando la necesidad de hacer de este idioma una lengua vehicular en la educación de nuestro país y la gente le aplaudía. Del cómo, en caso de gobernar, no comentó gran cosa.

Hasta las Cortes de CyL llega ahora la inquietud por el inglés. Y no es que piensen hacer los plenos bilingües, pero sí se trató la preocupación porque los niños aprendan el idioma en las escuelas de forma efectiva.

Que la gran mayoría de los españoles tenemos un problema con el inglés no es un secreto. Pero nadie nos reconoce el mérito de ser capaces de entendernos en cualquier lengua. El cómo ya es otra historia. Mi amigo José Luis, que es extremeño, pisador e italiano del sur, me decía: “yo pa’ entenderme con loh de lah toallah hablaba portuñol y ya e’tá.

Cuando Shakespeare estuvo en Valladolid y se vio con Cervantes a buen seguro hablaron en castellano o no hablaron. ¡Bueno era el manco! El tiempo, aun en español, le ha hecho universal. Y con ese razonamiento prosigue Rajoy.

En este país los políticos entendieron mal aquella imagen de la mano que mece la cuna. Y en vez de mecerla, a cada nuevo gobierno se desmonta la cuna y solucionado el problema. La educación no debería ser asunto a dinamitar cada cuatro años; aunque sólo sea porque uno ya no sabe si lo suyo fue la LOE, la LOGSE, la LOMCE o vaya usted a saber.

Respecto al inglés diré que se revolucionan por un puñado de votos. En verdad los españoles pensamos que si tenemos un presidente del Gobierno, como los anteriores, que no habla inglés –salvo en el gimnasio con Obama– es el claro ejemplo de que uno puede llegar donde se proponga.


A este paso será más fácil que el próximo presidente de los Estados Unidos hable español. Es cuestión de paciencia. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el viernes 4 de diciembre de 2015.

Kant sobre la mesa

El pleno de ayer tenía no sé qué emoción con la elección de tres Secretarios de la Mesa de las Cortes y un cabreo de Tudanca con Podemos por un acuerdo suscrito a principio de esta legislatura. Aquel que incluía incorporar un representante de Ciudadanos y otro de Podemos a la Mesa. Dice el secretario general de los socialista en CyL que lo de Pablo Fernández es “una deslealtad permanente” y que en el Partido Socialista no son “de poner la otra mejilla”. Con esas expectativas iba yo a las Cortes y al comenzar la sesión se aprobó por votación con cuarenta y siete votos a favor –el total de los procuradores del PP y C’s–, de un total de ochenta y cuatro, alterar el orden del día y saltarse ese punto primero. Fue la maniobra de PP y Ciudadanos para posponer el asunto hasta después de Navidad e intentar buscar un nuevo acuerdo que no deje fuera a los de Ciudadanos. Ya se sabe que en esta legislatura hay que tenerles contentos. Todo sea ampliar la mesa ahora que las anuncian de oferta en Ikea

Las preguntas al gobierno regional, que era el segundo punto, más que una sesión de control fueron un acto de precampaña. Se utilizaban las cuestiones para hablar en clave nacional y sólo en las réplicas se venían los temas a lo regional. Montoro sobrevuela siempre en el ánimo del hemiciclo. En realidad tenía uno la sensación de asistir a un debate en provincias de cara a las elecciones del próximo 20-D. Y no se sabía si la oposición preguntaba a Rajoy o a Herrera allí presente. Podía haberse quedado el presidente del Gobierno de España después de su visita mañanera a Olmedo para responder a tanta cuestión sobre su persona.

Tan nacional y elevado discurría el pleno que hasta se habló de Kant. Como en el ya famoso: “Bueno yo la verdad es que no he leído a Kant un li-título concreto, pero me da igual”, pronunciado por un Albert Rivera en apuros el pasado viernes.  Y el encargado de rescatar al filósofo alemán ayer en las Cortes fue Tudanca que se ve que tampoco le ha leído pero aclaró: “alguien que sí lo ha hecho es mi compañero Gabilondo” y recordará usted, le dijo a Herrera, aquella frase del filósofo que dice que “la honradez es la mejor política.” “Cuando yo me marche de aquí me iré con las manos limpias; como vine”, sentenció el presidente a lo que Tudanca añadió: “¡No tengo dudas de su honradez! ¡Sí de la del señor Rajoy!”

Y prosiguieron los dimes y diretes nacionales y la socialista Marta Olmedo apuntillaba que “quien esconde la cabeza es el señor Rajoy que no se atreve a debatir.” Como si aquello, efectivamente, fuese otro debate al que el presidente del Gobierno tampoco acudiría.

Tan saliente marchaba el pleno que se aludió incluso a la inteligencia. “La vida inteligente en Castilla y León no empieza y acaba en usted”, espetó la socialista Barcones Sanz al consejero de la Presidencia. De Santiago-Juárez resolvió que él no había hablado ni de su inteligencia ni de la de ella. Ya lo escribió Kant: “No se puede aprender filosofía, tan sólo se puede aprender a filosofar.” Sería de eso de lo que iba el pleno.


Frío como con la filosofía alemana se quedaba uno al salir del edificio de las Cortes. Entre la niebla cuajada de este invierno prematuro.

Guillermo Garabito.

Crónica parlamentaria publicada en ABC CyL el miércoles 2 de diciembre de 2015.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Con nocturnidad

Me gustaría dormir menos y leer más. Tener un insomnio ligero con el que, aburrido, echarme a la calle a pasear de madrugada. Entre el silencio y la nada. Aunque también me gustaría dormir más, o al menos despertarme más tarde porque como dice José Delfín Val: “Antes de las once de la mañana no se escribe nada decente”.

La semana pasada por la noche me fui a Urgencias de madrugada. Llevaba tiempo queriendo ver cómo habían quedado las nuevas instalaciones del Clínico y no se me ocurrió mejor situación que aquella, con el pie hinchado como un globo. En la sala de espera, solo, entendí que con las Urgencias de los hospitales ocurre como con las tarifas de la luz, las usamos mal. Por eso unas se colapsan y las otras salen tan caras. Hay que usarlas de madrugada, que es cuando tienen su funcionamiento óptimo. En días de diario, faltaría más. El  viaje a urgencias resultó interesante. Ligué con la enfermera que era rubia, alegre y me preguntaba si a esas horas y con el pie de aquella manera me quedaban ganas de pedirle una cita. Salí cojeando y con su número de teléfono. Y como no encontré ningún taxi decidí pasear mi cojera entre la niebla hasta casa.

La ciudad a esas horas es menos ciudad. Tiene otro ritmo. Parece el cuerpo yerto de no sé qué grandeza rota. Y uno teme que se haya muerto, de repente, o por el frío, hasta que le vuelve a encontrar el pulso y los latidos que se escuchan en lo alto de la torre de La Epístola de la Catedral cuando, vacía, la ciudad permite apreciar la electricidad que recorre la terraza de la torre para que no se posen las cigüeñas.  Serían las cinco y media de la mañana y en algún café de Cantarranas quedaba vida y luces que celebraban, con la reja bajada, una fiesta a la que no me habían invitado.


Durante el paseo tenía claro que aquello merecía un artículo y lo hubiese escrito según llegué a casa pero me quedé dormido por las horas y la medicación. Claro está que no le he preguntado a José Delfín si de madrugada se escribe bien o tampoco lo aconseja. 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid el 25 de noviembre de 2015.

Los aplausos

A la llegada a las Cortes hay una pequeña riada verde ante la entrada al parking. Enarbolan banderolas donde se lee la palabra Sanidad. Los manifestantes gritan: “¡Consejero, dimisión!” y se nacen los aplausos entre los asistentes. Les llevó a manifestarse, presumiblemente, la suspensión de las oposiciones de enfermería dictada por el T.S.J. de Castilla y León ocurrida la semana pasada. Y yo pregunto a uno de los manifestantes qué es lo que reclaman y contesta escuetamente que “la dimisión del consejero.” Y ¿qué cree que podría hacer el ejecutivo regional para tratar de resolver la situación? “Cesar al consejero”. La idea es fija.

La puntualidad para comenzar el pleno es de relojero suizo. Corre por el hemiciclo una cierta sensación de prisa. Hay revuelo de flashes en torno al presidente. La tribuna de prensa repleta y comentan algunos periodistas y jefes de prensa que “será por el asunto de las oposiciones.” En el orden del día lo primero son las preguntas orales de los partidos de la oposición al gobierno regional. La del portavoz del PSOE no se hace de rogar. Abre el turno y plantea su cuestión sobre “qué medidas piensa adoptar la Junta de CyL para solucionar el fiasco de la suspensión de las oposiciones de enfermería”. No les voy a negar mi sorpresa mientras leía previamente las preguntas al ver el término “fiasco”. Daba la sensación de estar elegido como a la carrera. Un adjetivo de andar por casa y para qué negarlo, quizá demasiado vulgar para la ocasión. Zanjó Tudanca su primera intervención preguntando si alguien iba a asumir las consecuencias de lo ocurrido. Tras la intervención del portavoz, aplausos.

He comprobado que hay dos clases de parlamentarios a la hora de intervenir en el pleno: Los que dejan el micrófono encendido al finalizar su intervención mientras los de su bancada aplauden –con la intención de que los aplausos resuenen más alto– y los que no. Tudanca lo hace a medias, como con cierto rubor después de los primeros treinta segundos.

El presidente Herrera comenzó su respuesta con un: “Lamento profundamente lo ocurrido… Y pido perdón a las personas que se han visto afectadas.” Aunque señaló que la convocatoria no se había anulado, “se suspende” y anunció que volvería a convocarse a comienzos del año próximo. Tras el turno del presidente se escucharon los correspondientes aplausos de su partido. Pero Herrera no tenía ya el micrófono encendido.

En esto de los aplausos debería estipularse también el tiempo y medirlo con cronómetro, como las intervenciones, porque uno ya no sabe si duran más las unas o los otros.

Comparado con Tudanca y su “fiasco”, el portavoz de Podemos, Pablo Rodríguez, parece un diccionario en sus intervenciones. Usa tres adjetivos para remarcar sus ideas, quizá por si los dos primeros no quedaban claros: “Perplejos, atónitos y estupefactos…” Y serán esos adjetivos, imagino, lo que consultan algunos procuradores que no sueltan sus teléfonos móviles.

En el turno de preguntas se fueron sucediendo los procuradores de los distintos partidos políticos. Cada uno con su tema. Y todos tras su intervención respaldados con las palmas de los suyos. Excepto tras la pregunta del portavoz de UPL que no hubo aplausos por aquello de que es el único representante de su partido.

Los escaños deberían ser dobles. Qué cada procurador tenga una pareja, como la Guardia Civil. A ser posible de su partido para que haya quien le aplauda al final de sus intervenciones. 

Guillermo Garabito. 

Crónica parlamentaria publicada en ABC CyL el miércoles 25 de noviembre de 2015.

Blanco y en botella

Siempre quise tener una vaca lechera. No por la comodidad de no ir al supermercado y volver cargado como si yo fuese una mula, sino por ser autosuficiente en caso de guerra. El lunes salía adelante la Plataforma de Competitividad Productiva del Vacuno “para defender la estabilidad del sector lácteo” en la región. Y como uno nunca se entera de las ayudas y las subvenciones hasta vencido el plazo –ni que lo hicieran a posta–  me he puesto a mirar no fuesen a subvencionar la compra de una vaca, aunque fuese de segunda mano.

También lo estarán mirando los ganaderos lácteos, que son a los que ordeñan en verdad habitualmente en esto de los precios. CyL es una región de problemas ajedrezados, con lo blanco de la leche y lo negro del carbón.

De niño tras volver de una visita a la granja escuela traumaticé a una amiga que iba a ir la semana siguiente. Les iban a enseñar cómo se ordeña una vaca y como yo tenía reciente el tema le dije que no se la ocurriera, que aquello parecía pis. Imagínense el revuelo. Ni ordeñó ella, ni el resto de la clase.

El verano pasado me encontré en la parte final de mi casa en La Mudarra tres gallinas fugadas del corral del vecino que se habían venido aquí a poner los huevos. Se las llevé hasta en dos ocasiones como quien lleva a un niño agarrado por la oreja y le pedí que hiciese el favor de poner una reja más alta para que no se le escaparan. “Pero qué te molestan a ti…” me decía irritado. “Al que seguro que no le molestan es a usted. ¡Se pasan el día en mi jardín!”, resolví. Como no hizo caso, y las gallinas seguían migrando a mi lado, acabé preparando un corral donde tenerlas y me surtieran de huevos frescos a diario.


Ahora sólo espero que el verano próximo tenga una vaca. A ser posible que vuele. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el 20 de noviembre de 2015.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El perro del hortelano

Llegué a las Cortes con niebla y por primera vez. A la tribuna de prensa se accede desde la segunda planta, es una balconada transparente y aséptica por encima de la coronilla de los procuradores. También hay una serie de cabinas para televisión y radio a ambos lados del mirador que más cabinas parecen peceras sobredimensionadas. Mientras elijo un asiento desde el que, me aseguro, se ve con perspectiva todo el patio inferior comienzan a llegar los procuradores. Hay un ambiente de vuelta al cole, como de recreo. Tal vez sea así en cada sesión. Parece el regreso de unas vacaciones y unos saludan a los otros y se dan palmadas en la espalda y hasta forman algunos corros en los que desde la tribuna de prensa no se escucha nada. Y se lo cuento así, mondo, por si a usted, lector, le ocurre como a mí y es su primera vez.

Sentada la presidenta llama a hacer lo mismo al resto y se reparten los procuradores por el ruedo. El presidente Herrera se mantiene algunos minutos más de pie y de espaldas hablando con su portavoz. Visto desde atrás la bancada popular se sitúa a la izquierda, con el gobierno regional al frente y el presidente Herrera en el extremo. La puerta cuanto más a mano mejor. En la tercera fila de las del medio se encuentran los procuradores de Podemos y justo encima los cinco de Ciudadanos. A la derecha el PSOE.

Pide la presidenta un minuto de silencio en recuerdo del socialista Julián Simón de la Torre, fallecido el jueves pasado de un infarto, y la Cámara entera se pone en pie trascendental y respetuosa.

Da comienzo el pleno con el juramento del nuevo procurador de Podemos Castilla y León que viene a ocupar el puesto de Pedro de Palacio, que dimitió cuando se conoció una sentencia que lo condenaba en un caso de abusos a una menor. El sr. Díez Romero no jura su cargo. “Sí, prometo” fueron las palabras empleadas para a continuación expresar que le “gustaría renunciar a la medalla de las Cortes” como procurador cuando la presidenta de la Cámara le pidió se acercara a recogerla. Y volvió a sentarse a elegir emoticonos para el Whatsapp quizá para contar en casa que había renunciado a la medalla. Será por no hacer gasto.

La sesión la abrió la Consejera de Hacienda, Pilar del Olmo, y defendió los presupuestos para el próximo 2016 como unos presupuestos “realistas, comprometidos y adecuados”.

A partir de ahí se sucedieron las escaramuzas desde la tribuna entre los portavoces de los grupos mayoritarios. Fernández Carriedo por el PP y Tudanca por el Partido Socialista jugaban a eso de buscarse las palabras antiguas el uno al otro hasta que los dos estuvieron de acuerdo en que echaban de menos a los portavoces que han pasado por el PSOE. Allí, metido en harina, se da cuenta uno de que no hay tregua ni para un café, todo va muy seguido y yo sin desayunar.

En las Cortes, querido lector, la primera impresión es que estar de acuerdo en algo está prohibido. Y así corren las réplicas y las dúplicas. Hablando unos de lo bondadoso de los presupuestos y los otros de la infancia cuando eran delegados de clase. “Usted rebusca lo que voté o no voté hasta cuando yo era delegado de clase”, se quejó Tudanca.  


Los presupuestos los defiende sólo el ejecutivo. La oposición (PSOE y Podemos) ha presentado enmiendas a la totalidad: qué es eso de no estoy de acuerdo… pero no le voy a decir en qué. 

Guillermo Garabito. 

Crónica parlamentaria Cortes CyL. Publicada en ABC 12 de noviembre de 2015.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Gil y puertas

La campaña electoral es un abrirse de puertas. A la hora de la siesta, que es cuando en España ocurre todo, llaman por teléfono los de las operadoras para ofrecerte lo mismo que la semana pasada e incluso un collar contra las pulgas para el gato. Y llama también, a la puerta, una enviada del CIS haciendo encuestas de cara al 20-D.
«Vengo buscando varones de entre treinta y cinco y sesenta años». Y yo le agitaba por detrás la mano a mi padre para que no se asomara a ver si le iban a reclutar para qué sé yo qué guerra. Le contesté que en ese momento no había ninguno y cuando pensé que ya me había librado de ella para seguir a mis cosas, ni corta ni perezosa, la mujer con ganas de encuestar, me dijo que mi barba me daba aspecto de hombre hecho y derecho y que qué opinión me merecían este y aquel líder político. Del uno al diez. Me quedé con las ganas de responderla que para enterarse leyese mis columnas. ¡Por favor! Uno ya no sabe dónde encontrar nuevos lectores.
Ya digo que la campaña va estos días de puerta en puerta y mañana o pasado vendrá Jesús, el cartero, a traer los programas electorales.
Me encuentro en el ascensor con la señora Gil y se queja de lo mismo, del follón de puertas que hay últimamente. «A mí me vinieron a vender el otro día no sé qué cosa.., Uno que era tonto esférico». Y ante mi cara de sorpresa resuelve: «¡Esférico, si! Tonto lo mires por donde lo mires».
En este ajetreo de puertas echo en falta que quienes vayan de una en una sean los candidatos al Congreso y al Senado por mi ciudad y me cuenten a ver qué van a hacer. Más por si no les volvemos a ver por Castilla y León en los próximos cuatro años.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el 13 de noviembre de 2015.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Valladolid, un estilo

Prohíben en Cataluña los circos con animales y montan el espectáculo en el Parlament para que nadie los eche en falta. Mas no muerde, pero aprieta en este ridículo internacional llevado hasta el extremo. Un golpe de Estado, aunque famélico, sigue siendo un golpe de Estado.

Me extrañó que no habilitaran una tribuna el lunes para el público y cobrasen la entrada con el propósito de financiar el procés. Es más fácil, mientras el Gobierno lo permita, hacerlo a costa de todos los españoles.

Qué las instituciones catalanas quieran romper unilateralmente con el resto del país es como si yo mañana declaro la república independiente de mi casa. Una utopía viable hasta final de mes cuando llegue el banco con la hipoteca. Esta intentona independentista, precipitada y mal hecha, lo que menos tiene es estilo y va cayendo por su propio peso.

Mientras tanto afirma Errejón que “como vuelva a ganar Rajoy se va a querer independizar hasta Valladolid”. Y pienso que en verdad tendríamos más razones que Artur, Forcadell y compañía. En Valladolid conservamos la única casa en la que se sabe con certeza que vivió Cervantes. Una de las fundaciones de Santa Teresa. Fuimos escenario del nacimiento de dos reyes y morada de ilustres escritores como Lope, Góngora o Quevedo. Déjenme exagerar cuando digo que la historia pasó en Valladolid y no en Cataluña y por eso andan los “expertos” de Artur Mas nacionalizando con prisas a Miguel Ángel Buonarroti, a Santa Teresa y a Colón. El Quijote de Cervantes se lo están pensando, porque suficiente tienen con las locuras y los molinos de Artur.   

Hay un enarbolamiento de banderas en lontananza, un uso del lenguaje amenazador. Como cuando dicen eso de “empoderamiento” en el Parlament y uno se acuerda de la película de “V de Vendetta” y de cuando las palabras empezaron a dar miedo. Lo que está viviendo Cataluña, en verdad, es un proceso totalitario en toda regla.

Valladolid no se independizará. Lo digo para tranquilidad de Errejón, no más. Como bien escribió Félix Antonio González Valladolid es un estilo. “Esta es mi casa: adobe tierra… Quienes / la amasaron murieron un verano / con dolor de siglos en las sienes / y un puñado de espigas en la mano… / Pasa adelante, hermano. Con respeto, / que en este suelo sabio y recoleto / a bandadas nacieron las Españas”.

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid el 11 de noviembre de 2015.

Listas renovables

Noviembre primerizo, preelectoral e inconstante. Van cayendo de las listas para las generales los políticos de siempre como hojas ya prejubiladas de su adorno. Y se pregunta uno si va a haber suficientes candidatos para cubrirlos y piensa en el Hemiciclo del Congreso y del Senado como en un páramo vacío y lóbrego. Pero luego me acuerdo de lo interesante del sueldo y lo ventajoso del oficio y recupero la confianza en que saldrán nuevos candidatos.

Ana Mato renuncia por convicción propia de volver a ir en las listas, que no es más que la forma menos vergonzosa de confirmar su exilio. La perennidad en política fue un lujo que parece se acabó con esta renovación que venden ahora los partidos. Y sacrifican a  varios de sus candidatos en provincias para colgarse medallas un tanto huecas en la capital. Entre tanto, en Moncloa, Rajoy se tira de los pelos pensando que lo están echando todo a perder: si se le apuntan al paro todos los que no repiten en las listas, qué brotes verdes va a vender de cara al 20-D.

Los escépticos dudaban de las energías renovables. Ay, incrédulos. Tantos molinos eólicos que quizá no vengan a renovar nada más que las listas. Y no es poco.  

En CyL a Villarubia lo sacrifica el PSOE. Y el PP va dejando un reguero de diputados y senadores lacrimógenos estos días. León de la Riva salió a la palestras no sabemos muy bien a decir qué con aquello de “las neuronas me funcionan modestamente como para desaprovecharlas”. Quizá soñaba con el Senado, que es ese resort donde mi abuela me dice que si no le harán un hueco para irse de vacaciones, que lo del Imserso es pobretón y lento.

Los de Ciudadanos corrieron a recordar que su pacto con Herrera incluía que el exalcalde siga paseando, flâneur y ocioso, por el Campo Grande y no por el Senado; esa institución donde sortean la depresión los políticos de antañazo.

Guillermo Garabito.


Publicado en ABC CyL el 6 de noviembre de 2015

martes, 3 de noviembre de 2015

Esto se acaba

En estas fechas le da a uno por pensar en los muertos. “Tan mal no estarán cuando no ha vuelto ninguno” dice mi amigo Mario cada vez que le saco el tema. Pero pienso en los cementerios y en su soledad monótona. 

A diferencia de Pereira, el periodista de Tabucchi, a mí no me ronda la muerte a diario por la cabeza. Pero llegado el tiempo se acuerda uno de sus muertos  y yo de mi abuelo, y le echo de menos. Mi abuelo, desde que me alcanza la memoria, se pasó la vida muriéndose: “¡Esto se acaba, esto se acaba!” me decía incluso antes de saludar. Y con esa coletilla, de la que se reía cuando le imitábamos los nietos, estuvo veinte años; profetizando una verdad universal que terminó por cumplirse.

A los cementerios ya no va nadie. Y cuando se va se hace como obligado.

El de La Mudarra es un rincón recoleto en las lindes últimas del pueblo, escoltado por unos cuantos cipreses muy quietos, vestidos de luto, donde hace dos años se obró el milagro. Un vecino que paseaba por allí cerca, de noche, corrió despavorido hasta el cuartelillo de la Guardia Civil para avisar que, en el cementerio, a los muertos les había dado por resucitar. Así, sin solicitud administrativa previa en el registro, ni tasas, ni nada. Y me imagino la risa del oficial mientras redactaba el atestado  y el canguelo frío de después cuando le tocó emprender camino al camposanto para hacer las comprobaciones del prodigio. Al final resultó ser una banda de ladrones de cobre que escondían la herramienta allí durante el día y actuaban con nocturnidad. Y se los llevaron detenidos y los muertos otra vez se quedaron solos y sin milagro.

Al pasar por un cementerio, candado como si de allí fuera a escaparse alguien, no puedo evitar pensar lo mismo que Bécquer. ¡Qué solos se quedan los muertos!

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el 30 de octubre de 2015.

jueves, 29 de octubre de 2015

De La Pilarica al cielo

El arte contemporáneo debería reducirse al ámbito de los museos y las colecciones particulares. De la experimentación salen obras bellísimas y auténticos esperpentos que colocados en el lugar propicio y en el momento adecuado llegan a costar unos cuantos miles de euros –millón arriba, millón abajo–. Que la arquitectura es un arte no es discutible, pero que los arquitectos e ingenieros jueguen a romperse la imaginación cuando de sus obras depende la seguridad del personal lo veo hasta vanidoso.

Si a mí me dicen que lo que estaban haciendo sobre las vías, junto a la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, es un paso elevado lo hubiese negado con total rotundidad. No me hubiera jugado las manos porque con algo hay que escribir, pero un pie... ¡Quién sabe! Mas parecía aquello como que los operarios, a medida que levantaban el paso y viéndolo con perspectiva, envalentonados, hubiesen querido edificar al relente del tren una nueva Torre de Babel.

El final fue veterotestamentario. Allí no se entendió nadie: ni los de Adif que parece querían un mirador que comunicase con la Estación Espacial Internacional, ni los vecinos del barrio que apenas buscaban un lugar por donde cruzar a la ciudad. La comunicación entre las administraciones, a fin de cuentas,  viene a ser el resumen nuestro de cada día de aquel pasaje bíblico. Donde cada una habla un idioma y los funcionarios, aburridos de intentar entenderse, terminan yéndose a su casa a echar la siesta. Y ahí queda sepultado el asunto entre trámites sin resolver.

De haber proseguido el proyecto los vecinos del barrio saldrían de casa por la mañana como que fuesen a la guerra; despidiéndose de la mujer dos o tres veces. “Qué me voy a Valladolid si el viento me deja. ¡Sí! ¡Llevo el balancín para mantener el equilibrio, tranquila!”

La estampa la describió premonitoriamente el humanista francés Saumaise cuando escribió aquello de: “He visto suspenso en el camino del aire un hombre que tenía la planta del pie más ancha que la senda por donde iba”. Con buen criterio el alcalde precintó la faraónica chapuza; como si de un crimen se tratase. Quizá decidan dejarlo ahí o levanten el mamotreto para trasladarlo al Patio Herreriano como nueva atracción para los visitantes.

De La Pilarica al cielo, ay, es lo que debieron de pensar los vecinos.

Guillermo Garabito. 


Publicado en El Día de Valladolid el 28 de octubre de 2015



Paso elevado. La Pilarica. Valladolid.

sábado, 24 de octubre de 2015

Castilla al sur

Triana. G.G.
Por Sevilla me voy encontrando las raíces de algunos objetos de mi casa en La Mudarra. Cosas menores y apátridas hasta ahora, objetos que como no "sesean" uno no sabía de dónde eran. "De Melilla a Santander todo es Castilla" dice mi amigo Jesús. Y yo me escapo sin aviso, en una huida hacia adelante, de la rutina y del frío. En la Plaza de España del arquitecto Aníbal González, en los bancos provinciales, con sus mapas, aparece La Mudarra. 

En mangas de camisa y custodiado por la Giralda –que es la hermana conocida de nuestra torre de Santa María de Mediavilla– se me confunde el otoño con la primavera, y hasta los puntos cardinales. Me aparto de la política, que no llegan sus ecos hasta este rincón de Santa Cruz desde donde ahora escribo. ¡Qué sabe Sevilla de nuestros jaleos eólicos –poco limpios– y del carbón negrísimo del magdaleniense pasado!

Aquí hay que probar el vino de naranja que sirven en la taberna de Perejil. Un sitio en miniatura con olor a naranjos amargos. El hombre de mi lado me dice: " A mi lo que diga Zuzana me importa tre cohone illo..." Así que reculo y no pregunto qué opinión le merece Juan Vicente. 

Y entiendo que Castilla es Andalucía sin rosas floridas en invierno, según Rubén Darío. Que aquí a la gente, como allí, le dan lo mismo estos políticos que aquellos, con tal de vivir y de beber tranquilos. Se siente uno paseando entre las callejas encaladas, con los portalones abiertos, como Machado; Antonio. "Mi infancia son recuerdos de un patio / de Sevilla..."  y me pregunto si será este el patio o aquel otro que le sigue. 

En una pequeña plaza, con las fuentes palpitando, la noche se puso íntima. Y cuento las palabras a ver si cuadran y puedo, por fin, invitar a una copa a la chica de ojos verdes que lleva sentada un rato en la mesa de al lado. 

Guillermo Garabito.

Publicada en ABC CyL el 23 de octubre de 2015

lunes, 19 de octubre de 2015

A vueltas con el otoño

El desayuno (1874). Claude Monet
Me preguntó hace tiempo una chica, mientras yo intentaba ligar con ella caballerosamente, cual era mi estación del año preferida y me dejó desconcertado. Habría preferido que me preguntase por mis exnovias, qué es una pregunta para la que uno se pasa la vida entrenando. En realidad nunca había pensado que las estaciones fuesen tema de conversación para una cita si ésta no transcurría en un ascensor.  

Los otoños son mejores que los veranos en La Mudarra. Eso me dijo un vecino un día de julio que amaneció nublado y sin pretensiones. En realidad nunca me ha convencido el otoño, es apenas una prolongación lo inevitable. Algo así como un tiempo muerto hasta el invierno donde las casas ni se enfrían ni se calientan; vive uno permanentemente destemplado con los pies fríos y alguna capa de ropa de más. Siempre hay un catarro rondando.

Qué el otoño no me gusta es asunto que confieso sin pudor. Pero salen días luminosos de esos que dan para tomar el aperitivo en el jardín, e incluso para comer y echar la tarde. Y el aspecto del jardín ya es otro. Como una “Belle Époque” a la castellana. Sin nenúfares pero con chopos. El otoño en La Mudarra tiene algo de pintura de Monet los días claros; porque Monet pintaba estanques y nenúfares y señoras con sombrilla en mañanas otoñales porque nunca conoció Castilla.

El otoño en La Mudarra es una escena de diario. Felipe, mi vecino de dos casas más abajo, buscando el sol por las esquinas. Como para asegurarse de que alumbra las horas convenidas cada día, apoyado hasta la hora de comer sobre el muro de mi casa. Y visto con perspectiva parece que la estuviera sujetando él sólo para que no se vuele en una racha de aire más fuerte que otra. Después se va mimetizando con las piedras hasta que le entra el hambre y así todos los días.

Por aquí se nota que se hace invierno cuando el cielo comienza a vencerse poco a poco cada día. Los otoños salen buenos porque el proceso es lento. Ya decía Delibes que si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo. Y esa altura que le dan día a día los que trabajan la tierra durante todo el año, permite unos otoños calmados.  

Con las estaciones uno nunca está conforme. Yo las habría configurado de otra manera. El otoño lo habría quitado, le habría dado algún día más al verano –pero a julio; agosto nunca me entusiasmó en exceso– y la primavera… ¡ay la primavera! La prolongaría únicamente los años que viene con novia. Esto, por otro lado, es un asunto muy español. No la primavera, ni los amores, sino el decir de algo que uno lo habría hecho de otra manera. Aunque secretamente agradecemos que nos viniesen dadas. A mí me ocurriría con los meses lo mismo que en una primera cita:

-          ¿Qué estación quieres?
-          Me da igual. ¡Elige tú!
-          No, elige tu…

Y al final ni estaciones, ni cita.

El otoño era la época perfecta para leer libros, recluirse en casa y prender la chimenea. Pero nadie explica que la chimenea hay que alimentarla para que siga ardiendo y que tira demasiado rápido. No lee uno dos páginas seguidas y ya  está chisporroteando el fuego necesitado de otro tronco. También llegaron los móviles y la cobertura a los pueblos y fastidiaron el invento.

“¿Y qué estación prefieres? Si no te aclaras” Te diría que prefiero el invierno. El problema es que ya no nieva. De esas nevadas que cuajan y se hunden los tobillos al caminar. De las que acaba uno hasta las narices pasado lo romántico de la escena, que son los cuatro primeros copos.  En invierno los días claros, decía Corral Castanedo, que podían verse los Picos de Europa desde aquí arriba, por donde va a morir la paramera en Coruñeses.

“¿Pero alguna estación te gustará?, decídete.” Me gustan los días sueltos. Lo de etiquetarlos por estaciones es una cursilería cada vez menos eficiente. Con el calentamiento global va a acabar uno sin saber si se levanta en enero o a mediados de julio.

“¡Menudo optimista estás hecho!”, me dijo ella. "Cuando te aclares llámame".  

Guillermo Garabito.