En
Castilla y León, a la espera de tener gobierno nacional, pasamos el rato
haciendo batidas de lobos para intentar regular la especie. Como si cazando
cuatro se regulara todo… Algunos piensan todavía que el lobo es ese animal de
cuento, con modales, que llama a la puerta antes de comerse a los cerditos y
hasta les propone negociar. Los nuestros son otros lobos. No como metáfora,
sino como quebradero de cabeza de los ganaderos. Y es que cuando el hambre
aprieta el animal, salvaje como debe de ser, se come una oveja o dos, alguna
gallina y hasta al perro que tenía mi amigo Mario en la finca. “Los matadores
inocentes” que dijera de ellos el gran Félix Rodríguez de la Fuente.
Los
lobos en Castilla y León ya no tienen ciervos, ni dietas del Congreso que les
lleguen para comer, por eso atacan a ovejas y vacas. Y los ganaderos se quejan
porque la Junta paga mal el cadáver del animal.
Acorralado
y negociador se encuentra ahora Pedro Sánchez. Para negociar se requieren
sacrificios. Los mismos que el PP no está dispuesto a hacer dejando atrás a un
Mariano Rajoy que ni entusiasma ni entusiasmó nunca. En cambio Sánchez está
dispuesto a todos los que hagan falta, incluso a hundir el PSOE y España si
fuera menester. Se dio un mes para ver si se ve a sí mismo de presidente con
toda la carga que suponen Pablo Iglesias, los suyos y los independentistas,
porque le vio las orejas al lobo. Pero viendo el mes que corre, a la
desesperada, acabará ofreciendo el gobierno a Podemos y aceptando una
vicepresidencia con tal de tener algo. Un coto vedado donde Susana le deje
tranquilo.
Pedro
Sánchez de lobo no tiene nada. Barberá en cambio me recuerda a una gallina
clueca que ya sólo sirve para hacer caldo. Aunque no descartemos todavía que
termine por ser un lobo resabiado y viejo, camuflada en la edad, el Senado y el
pellejo aforado de cordero.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el 12 de febrero de 2016.