sábado, 14 de marzo de 2015

Dramatis personae


Surge un poco de primavera en el ánimo y mi jardín, en lo alto del páramo, va por libre, le han brotado ya colores y calores en torrente repentino. Con la primavera va el amor –y va la vida– y los hay que se persiguen y otros, simplemente, se dejan correr  porque uno ahora se enamora y se desenamora entre nublado y nublado.  Esto debe de ocurrirle a Esperanza Aguirre… tanto tiempo queriendo ser candidata con indirectas al corazón y cuando le han puesto el foco central sale a escena con un “pero”. Sólo ella podía hacérselo a Rajoy.

Con el sol llegan las ganas y se hinchan las plazas y los ánimos de manifestaciones. Las hay contra el aborto, contra los desahucios y en general contra lo mismo que hace cuatro años, porque “seguro que nos dejamos una revolución pendiente”. Entro en la panadería y estamos igual que entonces, tal vez haya mejores perspectivas económicas, pero la misma mentalidad de ladrillo, cemento y pelotazo electoral.

Dice Aguirre después de aquel “Pilla pilla” al que jugó con los agentes de movilidad, que quiere cambiarles el nombre si sale de alcaldesa, así, porque sí y porque no tendrán cosas más importantes en las que pensar los ciudadanos. En Valladolid, León de la Riva no se ha pronunciado sobre si les cambiará el nombre a los jueces después de abril. La preguntan a Esperanza que impuesto bajaría: “Voy a bajarlos todos”. Mañana le pregunto yo al alcalde por si cuela.

Las épocas de campaña electoral no dan más que trabajo, que una vez cada cuatro años no está mal, además de promesas infecundas en la mayoría de los casos. Después llega mayo con las elecciones y sus flores para junio cercenarlas.

A Monedero le cazaron volviendo de Suiza, que es una escena que antes de campaña queda mal. Hizo mutis por el foro sin salida en el avión.  ¡“Seguro que nos dejamos una revolución pendiente”!

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC. Sábado 14 de marzo de 2015.

jueves, 12 de marzo de 2015

Luces a mano armada


Ya no se encienden luces en España. Cuando alguien tiene una idea ya no le brilla una bombilla por miedo al recibo. Dice el ministro Soria que no llueve, ni soplan los vientos y en general todas esas cosas que se nos escapan entre los dedos y el dinero.

Se nos está yendo de las manos lo de las eléctricas y cuando llega el recibo de la luz me siento como Chávez, un poco como Pablo Iglesias en la intimidad, y con acento latino murmuro entre dientes y no poca resignación  un “¡exprópiese!” que me da la vida hasta el recibo siguiente.

Las eléctricas, que son todo luces, sacan cuentas a primeros de año y nos dicen con cara de no haber comido, que su beneficio se ha reducido en un siete por ciento respecto al año anterior. Que sólo han ganado 2.572 millones de euros, que las cosas están difíciles, que esto y que lo otro y en general, cualquier cosa menos que nos bajan el recibo. Estar vivo nunca dio beneficios y morirse a estas alturas sale muy caro. Tengo un pariente, de esos que le vendieron el futuro y las renovables que ahora, con estas leyes retroactivas, dice que mejor que se acabe el mundo. Y un amigo, al que le dicen que está tonto porque anda montando una empresa que creará casi veinte empleos y me cuenta, que le han cobrado casi cincuenta mil euros por unirse a la red eléctrica.

Del recibo de la luz, como del cerdo, no se desaprovecha nada, la mitad para las eléctricas y la otra mitad son impuestos. El Estado, madrastra sobreprotectora e implacable, escuchó lo de la batería de Tesla y dijo que mejor no nos hiciéramos ilusiones: de aquí a una temporada explicará Soria que lo hacen por nuestro bien. Lo de autoabastecerse fue una idea romántica… le pusieron un “impuesto al sol”.

Ya era hora de que bajara el IVA cultural. Algunos lo esperábamos con ganas viendo porno, que ir al teatro era muy caro... Ahora a ver si por este sacrosanto camino electoral nos bajan también la luz, el gas y esas historias que nos permitan vivir. Como en casi todo, en la política “puedo prometer y prometo” durante la campaña lo que quieran. Después, en los cuatro años siguientes, haré lo que digan tres o cuatro.


Escribo este artículo en un folio, a la luz de una candela por fastidiar un rato a las eléctricas; ahora encenderé el ordenador para mandarlo al periódico… 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid 11 de marzo de 2015

domingo, 8 de marzo de 2015

La literatura de diario


Se alzó Valladolid capital del columnismo patrio por unos días. Quiso recuperar la literatura de Cervantes y  de Quevedo entre tanta actualidad demodé, entre tanta intriga política venida a menos; ensalzar el género de la columna, que es el escribir siempre de urgencia y bien. Hubo desfile de metáforas y de opiniones, porque al final como dijo Bustos parafraseando a Cela: “las opiniones en este género, son como los culos, cada uno tiene el suyo”.

Se celebraron las “I Jornadas de Columnismo” en Valladolid, hubo literatura a diario. Nos quejábamos del tren de alta velocidad y los dineros que supuso, pero hoy nos callamos un poco porque nos trajo a las plumas primeras de la columna nacional rápidamente. Vino Hughes, alto y dandy, de su Madrid adoptivo con un pesimismo genial para aportar realidad al género. Y llegaron también a esta orilla del Pisuerga José María Carrascal, entrañable y mítico –con corbata–, Antonio Lucas con su hablar grave, medido y musical. Jorge Bustos, lecturas al hombro y apabullante soltura. Jesús Nieto, de prosa florida, abrió un jueves que remató Raúl del Pozo con autoridad y magisterio.

Vinieron todos a decir verdades, a ponerse de acuerdo en que, para escribir bien, hay “que leer, leer y leer”. Tuvimos a los grandes en Valladolid por un momento, después los chóferes y el AVE se los llevaron hasta el año que viene…. Escapa, Aganzo y Foces salvaguardaron lo nuestro con elegancia.

Se discutió si el artículo es coto de política o de musas y a mí no me quedó claro el asunto. Pero, a fin de cuentas, el ser columnista de opinión, que consiste en firmar con la cara bien alta las ocurrencias de cada día, es como dijera Campmany ser, irrevocablemente, de la cofradía del atado a la columna.

Valladolid fue capital del género por un rato. Como antaño, Madrid hoy pesa demasiado.

Guillermo Garabito

Publicado en ABC. 6 de marzo de 2015