Ya
no se encienden luces en España. Cuando alguien tiene una idea ya no le brilla
una bombilla por miedo al recibo. Dice el ministro Soria que no llueve, ni
soplan los vientos y en general todas esas cosas que se nos escapan entre los
dedos y el dinero.
Se
nos está yendo de las manos lo de las eléctricas y cuando llega el recibo de la
luz me siento como Chávez, un poco como Pablo Iglesias en la intimidad, y con
acento latino murmuro entre dientes y no poca resignación un “¡exprópiese!” que me da la vida hasta el
recibo siguiente.
Las
eléctricas, que son todo luces, sacan cuentas a primeros de año y nos dicen con
cara de no haber comido, que su beneficio se ha reducido en un siete por ciento
respecto al año anterior. Que sólo han ganado 2.572 millones de euros, que las
cosas están difíciles, que esto y que lo otro y en general, cualquier cosa
menos que nos bajan el recibo. Estar vivo nunca dio beneficios y morirse a
estas alturas sale muy caro. Tengo un pariente, de esos que le vendieron el
futuro y las renovables que ahora, con estas leyes retroactivas, dice que mejor
que se acabe el mundo. Y un amigo, al que le dicen que está tonto porque anda
montando una empresa que creará casi veinte empleos y me cuenta, que le han
cobrado casi cincuenta mil euros por unirse a la red eléctrica.
Del
recibo de la luz, como del cerdo, no se desaprovecha nada, la mitad para las
eléctricas y la otra mitad son impuestos. El Estado, madrastra sobreprotectora e
implacable, escuchó lo de la batería de Tesla y dijo que mejor no nos
hiciéramos ilusiones: de aquí a una temporada explicará Soria que lo hacen por
nuestro bien. Lo de autoabastecerse fue una idea romántica… le pusieron un
“impuesto al sol”.
Ya
era hora de que bajara el IVA cultural. Algunos lo esperábamos con ganas viendo
porno, que ir al teatro era muy caro... Ahora a ver si por este sacrosanto
camino electoral nos bajan también la luz, el gas y esas historias que nos
permitan vivir. Como en casi todo, en la política “puedo prometer y prometo” durante
la campaña lo que quieran. Después, en los cuatro años siguientes, haré lo que
digan tres o cuatro.
Escribo
este artículo en un folio, a la luz de una candela por fastidiar un rato a las
eléctricas; ahora encenderé el ordenador para mandarlo al periódico…
Guillermo Garabito
Publicado en El Día de Valladolid 11 de marzo de 2015
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