jueves, 12 de marzo de 2015

Luces a mano armada


Ya no se encienden luces en España. Cuando alguien tiene una idea ya no le brilla una bombilla por miedo al recibo. Dice el ministro Soria que no llueve, ni soplan los vientos y en general todas esas cosas que se nos escapan entre los dedos y el dinero.

Se nos está yendo de las manos lo de las eléctricas y cuando llega el recibo de la luz me siento como Chávez, un poco como Pablo Iglesias en la intimidad, y con acento latino murmuro entre dientes y no poca resignación  un “¡exprópiese!” que me da la vida hasta el recibo siguiente.

Las eléctricas, que son todo luces, sacan cuentas a primeros de año y nos dicen con cara de no haber comido, que su beneficio se ha reducido en un siete por ciento respecto al año anterior. Que sólo han ganado 2.572 millones de euros, que las cosas están difíciles, que esto y que lo otro y en general, cualquier cosa menos que nos bajan el recibo. Estar vivo nunca dio beneficios y morirse a estas alturas sale muy caro. Tengo un pariente, de esos que le vendieron el futuro y las renovables que ahora, con estas leyes retroactivas, dice que mejor que se acabe el mundo. Y un amigo, al que le dicen que está tonto porque anda montando una empresa que creará casi veinte empleos y me cuenta, que le han cobrado casi cincuenta mil euros por unirse a la red eléctrica.

Del recibo de la luz, como del cerdo, no se desaprovecha nada, la mitad para las eléctricas y la otra mitad son impuestos. El Estado, madrastra sobreprotectora e implacable, escuchó lo de la batería de Tesla y dijo que mejor no nos hiciéramos ilusiones: de aquí a una temporada explicará Soria que lo hacen por nuestro bien. Lo de autoabastecerse fue una idea romántica… le pusieron un “impuesto al sol”.

Ya era hora de que bajara el IVA cultural. Algunos lo esperábamos con ganas viendo porno, que ir al teatro era muy caro... Ahora a ver si por este sacrosanto camino electoral nos bajan también la luz, el gas y esas historias que nos permitan vivir. Como en casi todo, en la política “puedo prometer y prometo” durante la campaña lo que quieran. Después, en los cuatro años siguientes, haré lo que digan tres o cuatro.


Escribo este artículo en un folio, a la luz de una candela por fastidiar un rato a las eléctricas; ahora encenderé el ordenador para mandarlo al periódico… 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid 11 de marzo de 2015

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