A
estas alturas el curso universitario naufraga o se corona, porque no hay tiempo
para más, mientras los exámenes se suceden. En política viene a ocurrir lo
mismo. Los nuevos exigen a los viejos una suerte de examen rebuscado y con mucho
de “postureo” mediático. Las mayorías no absolutas son lo que tienen: esa
obligación puñetera y desafiante de tener que entenderse con otro y eso
intentan estos días en el PP de CyL y en Ciudadanos.
Los
exámenes están a la orden del día entre la población en general, no sólo los políticos. Los exámenes son un
dejare la vida –a base de tinta y de papel burocrático– que se escapa entre los
dedos apretados. También están esos otros más desagradables de la gente de a
pie, como examinar a mitad de mes la cuenta del banco y así.
Bien
visto, de Ciudadanos –que es un altavoz de Albert Rivera puesto en cada
comunidad– al menos sabemos quién es Luis
Fuentes, su cabeza en CyL. Y hasta le ponemos cara, que es una cosa que al
candidato de UPyD, por ejemplo, yo nunca llegué a hacer.
En
Génova se defienden ya con aquello de que “no se puede culpar a los demás del
resultado” mientras no hablan para nadie y hablan para Herrera. Con razón y
buen juicio no quería el PP por estas tierras sacar a Rajoy en la campaña. Basta
que le espoleen un poco y se metan con uno de sus ministros –al que ya ni en
Canarias quieren– para que el gallego llegue y lo nombre “superministro”, que
es como un título de consuelo y de revista del corazón. Al ver la noticia pensé
en Rajoy regalándole una capa y viento fresco a José Manuel Soria, pero ni por
esas. La luz y el gas suben desconsolados. El carbón… negro. Las renovables son
otra historia.
Y
así, con todo y con menos, pasan los exámenes y la vida sigue.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC el 5 de junio de 2015
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