domingo, 14 de junio de 2015

Todo pasa y ¿todo queda?


Tiene junio siempre un pálpito como de novedad y de sorpresa. Al sol nuevo junio es el reflejo del pensamiento de Heráclito: todo cambia y se renueva. Y mi ánimo se enciende.   

Valladolid es Valladolid, tiene la fisonomía de siempre, las mismas calles que tenía antes del 25 de mayo y las mismas gentes. Pero a gobierno nuevo todo es susceptible de modificarse y el Valladolid que hoy conocemos quizá comience a ser distinto.

León de la Riva, “alcaldísimo” de Valladolid durante 20 años, se dejó la profesión en el juzgado por desobediencia. No la carrera que esa ya se encargaba él de recordarnos cada poco tiempo que “de lo suyo”, hubiera ganado más. No sé yo.  Para ser político no todo es gestión, aunque eso sea lo primero. La simpatía está sobrevalorada deben pensar los que viven del negocio cuando llegan al cargo y se olvidan de que no basta con salir a la calle la semana antes de abrir las urnas. Nuestro alcalde era castellano hasta en Navidad.

Las urnas decidieron incluso antes que la juez –que en pleno asunto se fue de vacaciones–, pero a mí lo de los tripartitos nunca me inspiró demasiada confianza. Cataluña en el recuerdo.

El nuevo gobierno que se perfila ya ha avisado de que la Feria del Libro cambiará de ubicación, esperemos vuelva la música a los bares y así sucesivamente…. Pero toparon con los toros y a mí, que es un arte que me produce sentimientos encontrados –pero arte sin duda–, gracia no me hace. Y es que a la nueva corporación que se constituirá el próximo día trece le toca inventarse un Valladolid mejor, pero sin arramplar con todo lo anterior aunque estuviera bien hecho. Decía el eslogan del PSOE aquello de “Gobernar para la mayoría”. ¿Por qué no para todos? Es algo que nunca entendí.

En España hay esa manía, casi institucionalizada, de que a gobierno nuevo ley de educación nueva. Y quien dice ley de educación dice otra ristra legislativa a derogar sin valorar siquiera si estaba bien o mal.

Entre tanto, en Madrid, Tania Sánchez entró a la moda de este país, que es estar imputado. A Pablo Iglesias, que la cambió por una eurodiputada portuguesa y revolucionara según los mentideros europeos, se le van cayendo los referentes y los aliados por fascículos. Los disgustos le merman la coleta.


Al calor de esta semana busco tema de artículo fuera de la política, pero más allá sólo hay junio y hay vida. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid el 3 de junio de 2015

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