martes, 2 de agosto de 2016

Puntilla de ley

Tordesillas fue Fuenteovejuna y Numancia entera.

A mí me gustan los toros los domingos a las cinco de la tarde, como a Lorca. El ballet de oro y de sangre sobre la arena. Y cuando mi amigo Mario lleva la bota de vino fresca. El Toro de la Vega no. No lo niego. Pero hoy tengo la sensación de que ha caído uno de los últimos reductos que aseguraban la tauromaquia.

Flaco favor hizo ayer jueves el PP en Castilla y León a los toros en general. Y me da que al PP se le van cayendo los valores uno tras de otro como un abuelo que pierde los dientes cuando llega a viejo. Y como todas las medidas se toman pensando en los votos no entiendo que habrá llevado a la Junta de Castilla y León a tomar esta determinación. Una decisión que aplaude la izquierda y jalean los animalistas. Los mismos que no votarán al PP nunca –ni en Castilla y León ciudad, ni pueblo adentro–.

Concreta el decreto-ley los festejos en cuestión y no incluye las corridas de toros. Pero viene a dar por ganada una batalla al totalitarismo de los animalistas que mañana no conformes, porque siempre pedirán el codo y el brazo y que se les respete a ellos a costa del respeto a los otros, querrán ahorrarnos también ver a José Tomás. O que nos exiliemos en Nimes.

Decían en la izquierda que el PP y Ciudadanos eran primos carnales. A mí siempre me había chirriado la comparación. Pero hoy les he encontrado el punto en aquello del despotismo ilustrado, o gobernar desde los despachos que es lo mismo. Como cuando los de Rivera hablaban de las diputaciones sin pisar un pueblo.

Hay sorpresa porque la decisión haya llegado mediante decreto-ley. Más cuando los expertos en Derecho hacen hincapié en lo poco respetuosa de esa fórmula con el Estado de derecho.

A Rajoy le declararon non grato en Pontevedra sin razón ninguna. A Herrera en Tordesillas… Dios dirá.

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