Votar, esa es la cuestión.

Cuando la cuestión no es ya únicamente, que papeleta meter en la urna el domingo; si no a quien confiar la reconstrucción de aquello que con tanto ahinco, otros, se han afanado en enfangar y dilapidar. Otros muchos hacen, de votar o no votar, el eje de su cuestión.

Bien, pues votar es un derecho al que nadie está obligado, aunque si llamado para decidir el rumbo de su país. Como ciudadano, creo que cada uno guarda el deber moral, de votar lo que crea mas conveniente para él y para España .

Pero como nunca llueve a gusto de todos, habrá quien decida quedarse en casa u ocupando alguna plaza y no votar. Precisamente serán esos lo que seguramente primero se quejen de las medidas tomadas por el nuevo Ejecutivo, electo en las urnas por el resto de ciudadanos.

En España las circustancias nos brindan la oportunidad de elegir un nuevo gobierno ante la calamitosa gestión del actual. De esta manera nos ''salvamos'' del bochorno europeo de tener que formar nuevo gobierno, sin unas elecciones previas como ha sucedido en Italia o Grecia.

Esta semana pasada presentaba su dimisión Il Cavaliere, cumplido un mes escaso que la presentara el Primer Ministro griego y, es entonces, donde se hace imprescindible una pregunta; ¿Será un gobierno de tecnócratas la solución para estos paises?

Quizás sea la solución para salir de la crisis económica que se instaló en 2008 y que ha llevado a extremos insostenibles a paises de la UE como Grecia o Italia. Pero por el contrario, el caso de España es algo más complejo. No simplemente padecemos una crisis económica, que se encarga de hacerse notar con efectividad en nuestros bolsillos, sino que penamos una crisis aún mayor; peligrosa, latente y que cual tumor cancerígeno se extiende, haciendo dificil su detección. La crisis moral y de valores, es la puntilla al obscuro panorama español. Valores como la familia, la educación o la defensa de la vida han intentado ser deshechos, en algunos casos con notable eficacia.

Por ello es tarea del nuevo gobierno, sin lugar a dudas la más importante, el volver a reconstruir y erigir unos sólidos valores, acordes al ser humano y en la defensa del mismo.  Porque señores; ¿de que vale una prospera economía si no tenemos a quien legársela?

Es entonces cuando no es plausible la opción de un gobierno de técnicos especialistas en la materia exclusivamente. Hace falta gente válida y capacitada al frente de los ministerios, precisamente para evitar lo que ha ocurrido estos ocho años, pero también hace falta que esa gente represente y de ejemplo de unos valores humanos, imprescindibles para salir de la peor crisis que padecemos.

Pero a partir del lunes, el cambio de rumbo, impulsados por el viento fresco de unas nuevas directrices y sus encargados, dará un respiro y seguro no solo a los mercados; sino también al panorama de crispación generado por políticas divisorias en un tiempo donde el país, para salir adelante, reclama unidad.

Guillermo Garabito