sábado, 6 de diciembre de 2014

Fue Nicolás


José Agustín Goytisolo le dio un caramelo por no haberle escrito un poema como a Julia, sí, a él antes de morir.  Él es el Marianito que pintó Goya; en él inspiró las manos chatas, el rostro todo, pero antojos del tiempo, ay,  hubo que ponerle otro nombre. Fue el niño intemporal de Umbral y sus helechos de meretrices de calleja y cortesanas palaciegas, un emigrante de postín que despidió Valderrama hecho canción. El don Latino de algún ciego por conveniencia.

¡Hay que ver la teatralidad del asunto! Un aventajado principiante “de vodevil en el papel de víctima y villano”, en este circo que es subir audiencias a cualquier precio, a toda costa. Pero el asunto del pequeño Nicolás, por ser radiografía de esta España trepa y caradura –no sólo el–, nos vuelve a conectar a la realidad. Creo que llegados a este punto se conocerá todo, habrá transparencia, pensó alguien… Sabremos que estuvo implicado en la dimisión en pleno de la cúpula del PSOE en Burgos o que desde que no está en circulación, con sus asuntos de Estado, el paro ha vuelto a subir en la región, tal vez por no encontrar un descampado propicio donde instalarnos un Eurovegas pinariego. Si no fue así, pues habrá distraído un rato la atención, pan y circo una vez más.

Tañeron a muerto las campanas en un pueblo olvidado, cerca de Almendralejo, mientras caminaba al presidio acompañando al “desgraciao” de Pascualillo. Dicen que sabía quién era el “elefante blanco” de la jungla capital de aquel febrero incierto, gris que se marchó sin avisar, la lió antes de tiempo. Le pone Iglesias una vela cada noche, junto a Chávez, para que todo siga igual. Nicolás condujo el Jaguar más famoso, entre confeti, encargado de comprar champagne para la fiesta.


Todo esto ha sido, a todos ellos ha conocido. Fue Nicolás el CNI. 

Guillermo Garabito

Publicado en ABC 5 de diciembre de 2014

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