jueves, 25 de diciembre de 2014

Miguel Ángel Soria para Navidad

Del Valladolid de los Enríquez o del Cipriano Salcedo de Delibes nos quedan nada más que diez o doce edificaciones muy bien conservadas y un luto íntimo por las que ya no están. El resto se vieron sometidas al progreso de piqueta y modernización mal entendida. Y le pesa a esta ciudad la memoria como una letanía amarga del pasado que no supo conservar… que le quitaron. Las callejas y plazuelas, sentido personalísimo y provinciano, ahora son calles cosmopolitas, de capital. A pocas les queda ya esa austeridad conventual y mística de la calle Santo Domingo de Guzmán, con tapial que soporta penitentemente el tiempo o aquellas otras con empaque de linajudos palacios.

Por suerte, tenemos hombres inquietos e incansables que día a día se empeñan en rescatar los flecos de la Historia que se perdieron y el gran pintor e ilustrador Miguel Ángel Soria es uno de ellos. Miguel Ángel, que se mete en faena cuando se le habla de toros porque de familia le viene el arrojo por el arte taurino, Goyito Soria en el recuerdo, ha presentado la pasada semana en el Museo del Toro el libro titulado “Quiero ser torero”. Y este viernes, de Adviento y luces, en el salón de recepciones de la Casa Consistorial, se presentará su nuevo trabajo “Valladolid. Lugares en la memoria”, una pequeña joya dentro del catálogo editorial del Ayuntamiento, que con acierto publica este volumen donde se cobija la ciudad de nuestros mayores. Un Valladolid entre el Pisuerga y la Esgueva del que siempre escuchamos hablar y pocos llegamos a ver.

Estampas, como aquella Antigua sin arbotantes que siglos atrás acogió las exequias fúnebres de Colón, la de espadaña que rasga el cielo como espiga petrificada de este valle helado, se resguardan en el libro.

A Miguel Ángel Soria, le corre por dentro la necesidad de dibujar lo profundo y maternal de esta Castilla ancha, áspera y longeva. Y para este nuevo trabajo sobre nuestra ciudad, cuenta con un plantel incomparable de colaboradores encargados de los textos; Teófanes Egido, María Antonia Fernández del Hoyo o el profesor Javier Burrieza entre otros.

Hemos compartido proyectos juntos y puedo certificar que Miguel Ángel es un pintor incansable que bucea en los archivos con el pincel y la plumilla entre los dientes. Su dedicatoria en este último volumen dice mucho: “… para que sigamos disfrutando de este Valladolid tan nuestro”


Cuando se acercan las fechas navideñas y se piensa en regalos, libros como éste, son un acierto. 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid. 3 de diciembre de 2014

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