El
inglés en España es una promesa electoral en eterno retorno. Comentaba Rivera
desayunando la necesidad de hacer de este idioma una lengua vehicular en la
educación de nuestro país y la gente le aplaudía. Del cómo, en caso de gobernar,
no comentó gran cosa.
Hasta
las Cortes de CyL llega ahora la inquietud por el inglés. Y no es que piensen
hacer los plenos bilingües, pero sí se trató la preocupación porque los niños
aprendan el idioma en las escuelas de forma efectiva.
Que
la gran mayoría de los españoles tenemos un problema con el inglés no es un
secreto. Pero nadie nos reconoce el mérito de ser capaces de entendernos en
cualquier lengua. El cómo ya es otra historia. Mi amigo José Luis, que es
extremeño, pisador e italiano del sur, me decía: “yo pa’ entenderme con loh de
lah toallah hablaba portuñol y ya e’tá.”
Cuando
Shakespeare estuvo en Valladolid y se vio con Cervantes a buen seguro hablaron
en castellano o no hablaron. ¡Bueno era el manco! El tiempo, aun en español, le
ha hecho universal. Y con ese razonamiento prosigue Rajoy.
En
este país los políticos entendieron mal aquella imagen de la mano que mece la
cuna. Y en vez de mecerla, a cada nuevo gobierno se desmonta la cuna y solucionado
el problema. La educación no debería ser asunto a dinamitar cada cuatro años; aunque
sólo sea porque uno ya no sabe si lo suyo fue la LOE, la LOGSE, la LOMCE o vaya
usted a saber.
Respecto
al inglés diré que se revolucionan por un puñado de votos. En verdad los
españoles pensamos que si tenemos un presidente del Gobierno, como los
anteriores, que no habla inglés –salvo en el gimnasio con Obama– es el claro
ejemplo de que uno puede llegar donde se proponga.
A
este paso será más fácil que el próximo presidente de los Estados Unidos hable
español. Es cuestión de paciencia.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el viernes 4 de diciembre de 2015.
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