domingo, 9 de noviembre de 2014

A la sombra de la Diputación

En España estamos desgastando la palabra corrupto a velocidades de vértigo y aquí no pasa nada. Tantos aparecen últimamente que, cansado, se me lía la lengua de tanto decirlo y prefiero eliminarla del diccionario mental por no repetirme. 

Marcos Martínez pensó que desde la cárcel, barrotes por puertas, sus órdenes se escucharían 
alto y claro para seguir gobernando a la sombra, pero la gente se le ha espantado, temerosos y asustados de verlo negro todo. Pintan bastos para él, que no es de hombre inocente cuando uno anda imputado, en prisión sin fianza y con la conciencia a cuestas, aferrarse al cargo de presidente de la Diputación de León, ni a ningún otro y sobre todo al sueldo.  Porque a diferencia del resto de presuntos y corruptos, que en el calendario se suceden a la espera de juicio, en presión -donde se es funcionario sin producir nada, cumpliendo la papeleta en espera de la reinserción-, puede jactarse de seguir cobrando setenta y seis mil euros anuales. Lo dejó todo atado, bien atado y lo suyo parece que les está costando deshacerlo a los diputados leoneses.

Viendo la vida correr, también Granados pasa el tiempo preso de su criatura. Aquella que inauguró con sonrisa pícara mientras analizaba cada esquina pensando en que, los lumbreras de turno ya le habían enseñado el camino para salir de allí si alguna vez le pillaban. Y los ciudadanos nos preguntamos qué valor tiene la ley sí los que la hacen, también hacen la trampa.

Entre tanto Herrera, que para esto tiene temple y mano firme, ha dicho lo que a Rajoy, solo de pensarlo, hace que le tiemble el habla y hasta el párpado. Sus firmes declaraciones dicen mucho del presidente Herrera, pues él, a diferencia de Cospedal y plañideras, no se rasga las vestiduras haciendo peregrinación por los cerros de Úbeda en las salas de prensa.

Guillermo Garabito. 


Publicado en ABC el 7 de noviembre de 2014

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