martes, 4 de noviembre de 2014

Una editorial por capricho


Siempre nos fueron las cosas difíciles, lo raro y probablemente, todo lo que estaba abocado al fracaso. Pero antes del estrépito final, fuimos felices en las horas de domingo largas, otoñales, cavilando febrilmente, donde fue tomando forma de embolado.

Siempre hubo una editorial en espera, libros en el limbo de las obras agotadas que se quedaron en el cansancio sistemático de sobrevivir a las décadas; este áureo fulgor moderno con el que muere la celulosa. Quisimos montar una editorial de caprichos lentos para que los jóvenes leyeran a los muertos sin paradero en las estanterías comerciales. Dar de nuevo luz a aquellos que no conocieron las imprentas de este siglo.

Una editorial para reeditar a los malditos y a los olvidados, abrir su negra tumba y sacarlos del olvido sin saber si es lo que querrían. Dejarnos los fondos y la vida en publicar poetas primerizos, poemarios palpitantes de versos virginales. Pero la poesía no da de comer” repiten otra vez.

Sólo queríamos que aquellos libros que a nosotros nos habían marcado de uno u otro modo, los leyera todo el mundo en tiradas de tres mil. Que pasasen recién estrenados a ser mayores por sobados y nuevos lectores, los encontrasen en librerías de viejo con el sentimiento de estar descubriendo ''no sé qué restos de qué antigua civilización''.

¡No queríamos ser ricos! ¡Sólo parecer cultos!


Guillermo Garabito

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