Cumplir
años está infravalorado, quizá por ser un acontecimiento que se repite puntualmente
en el calendario personal. A ninguno nos gusta demasiado, sobre todo pasada
cierta edad, pero en la infancia, cuando todo es lento y liviano o al menos
debería serlo, lo de cumplir años es otra cosa.
Uno
nota que se va haciendo mayor en ninguna parte en concreto, pero se nota. Por
eso, me van a permitir que sin regalo yo, porque ya el sueldo de articulista no
da para nada, les haga éste a mis hermanos Alex y Chema, en el día de su
cumpleaños:
Un
regalo que amarilleará al paso de los años, pero espero no se rompa o le llegue
el olvido como a cualquier otro presente material. Tal vez no le encontréis valor,
pero podéis presumir de el en el colegio, no para conseguirme nuevos lectores -que
también-, sino porque robarle protagonismo por un día, aunque sea en este breve
recuadro, a los políticos y el mal endémico de la corrupción, es algo muy
difícil.
Ahora
que todos pueden ver, entre chorizos que piden perdón pero no sienten nada, que
no era una crisis económica sino una profundísima crisis de valores, tenéis que
entender que al final, lo único que vale es ser buenas personas. No sé a qué
edad exactamente uno comienza a ser un hombre, pero tened claro que lo más
importante, con once años y siempre, es ser recto. Godo os hubiera dicho que
hay que ser hombres de provecho y como éste para mí nunca dejará de ser su
hueco, os lo escribo yo. Es difícil y se yerra por el camino, lo veréis, pero no
hay que dejar de intentarlo; el ideal es, en palabras de Baudelaire, ‘’ser
sublime sin interrupción’’.
Los
hermanos mayores deberíamos aspirar a ser ejemplo para los pequeños y que éstos
se sientan orgullosos de nosotros. Pero el orgullo, lo siento yo al teneros
como hermanos.
Un
artículo y defender la necesidad de lo personal ante el materialismo era quizá
lo fácil, pero cuando a uno le coincide su columna semanal y el verse sin regalo
el día antes del cumpleaños… la cosa está clara. Decía Umbral que para escribir
un artículo hay matar un ensayo, un soneto y una noticia, discúlpeme el lector
este alterar la receta del maestro, para, en día tan especial, matar una carta
y un regalo.
¡Felicidades,
campeones!
Guillermo Garabito
Publicado en El Día de Valladolid el 5 de noviembre de 2014
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