viernes, 14 de noviembre de 2014

A pesar de todo, Tenorio


Respecto al teatro, cada vez soy más partidario de que en las ciudades del norte solamente se abrieran de marzo a octubre. Con el frío, cuando las mañanas nacen heladas y las noches son oscuros cristales de invierno, algunas personas que acuden al teatro pagan una entrada para desde su butaca, extintas las luces, iniciar una particular sinfonía de toses profundísimas de pecho a las que se suman, en coro, otros a medida que el tiempo avanza. La acústica acompaña.

Inmortales versos en las noches airosas, otoñales: ‘’Y no es verdad ángel de amor / que en esta apartada orilla…’’

Con mi alta estima a Blanca Portillo, creo que querer criticar al Tenorio en la ciudad natal de su autor, ante cientos de vallisoletanos, cuanto menos es empresa arriesgada. Y sí lo que quería era juzgar a Don Juan y no sentenciarlo culpable precipitadamente, diré que allá en la década de 1950, las tablas del noble Teatro Calderón acogieron un célebre ‘’Juicio al Tenorio’’. En encendido lirismo, Martín Abril o Tere Yñigo junto a un nutrido grupo de abogados, trataron de dilucidar por noviembre, fue por noviembre sí, la inocencia o la culpabilidad de tan afamado golfo. Y quedó absuelto, como al pie de la sepultura según Zorrilla ,pues ‘’un punto de contrición/da a un alma la salvación’’.

Quedan embaucadores y truhanes dos siglos después, que burlan mujeres y alardean de la mala vida, de eso no le cabía duda a nadie. No hacía falta esta adaptación sacada de madre; que atraer con desnudos como labrados en mármol es sencillo y doña Ana de Pantoja, en bragas rojas, pues también gana lo suyo. Diga, querido lector, que soy un antiguo, pero yo me quedo con la versión clásica, capa y espada.

Toses guturales en los patios de butacas. En lo que respecta al teatro, después recuerdo que el Tenorio es en noviembre y yo sólo envaino mi propuesta.


Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC, 14 de noviembre de 2014


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