Ser
o no ser Hacienda, esa es la cuestión. Qué difícil nos lo ponen cuando los
impuestos son un trecho empinado de clases medias, que aprietan e incluso
ahogan. Arriba, se respira mejor. Fíjense que los impuestos son una cosa personalísima
e intransferible. Una moda de ahora a la que se atienen folclóricas, ex–familia
real o el mismísimo Jordi Pujol.
El
año natural de una persona adulta bien pudiera medirse en impuestos. Hoy IBI, mañana
IRPF o tasas de basuras y así, vuelta a empezar. Los autónomos son una
caricatura aparte. Se queja la Consejera
de Hacienda, Pilar del Olmo –que tiene gesto de no escapársele una–, de lo que
cuesta recaudar un euro y yo me quejo de lo que complicado que es ganarlo.
Visto que aquí nos quejamos todos, sosiego que la vida marcha.
Un
domingo, al medio día y sin comer, se
fundieron los plomos de mí casa. Para poder justificar el coste a la comunidad,
le pedí al operario de urgencias que me hiciese una factura. “¡Si le hago
factura tengo que cobrarle el IVA!” No sé a quién le molestaba más, si al electricista
andar de papeleos o a mi pagar el veintiuno por ciento a mayores por apretar
dos tuercas. Le dije a regañadientes que no me tentara… ¡Lo que cuesta hoy día
ser honrado! Lo saben bien el Jaguar del garaje de Ana Mato y Bárcenas
Me
viene a la cabeza el felipismo primero de 1979. Aquel que ahora han intentado emular
pobremente con la sonrisa de Pedro Sánchez y el acento trianero de Susana. “100
años de honradez” esgrimían. Griñán y Chaves se vinieron abajo, cien ya eran
muchos. ¡Para que más!
Algunos
piensan que el IVA no existe, que es Montoro. Al final y parafraseando al juez
Castro: ‘’lo que tú defraudas, lo pagamos todos”. Casualidades de la vida, desde
hace años pagamos siempre los mismos. Otros descubrieron Suiza y vino Falciani
con su lista, mal y tarde, como siempre.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC. 20 de febrero de 2015
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