En
Castilla y León no nos sorprendemos de que Bescansa vaya con un bebé al
Congreso o deje de ir. Que es un complemento más –como Errejón a Iglesias– para
buscar la foto y los titulares y desviar
la atención de lo importante. La corbata es una prenda que esta legislatura ya
ni por vintage. Lo que en esta región
en verdad nos sorprende es ver un bebé. En esta tierra cada vez se nos hace más
extraño. Y miren que hay nidos de cigüeñas en las espadañas, pero ya no van a
París. No emigran y van a la baja los nacimientos desde el año ochenta. Con
leves repuntes, arriba y abajo, que deben de coincidir con las subidas de la
luz y las tardes al calor de las velas.
Será
extraño, pero viendo aquella estampa y el niño mareado entre Iglesias, Errejón
y el resto de diputados de Podemos, se me venía a la cabeza la imagen de esas
señoras que piden en las calles y sostienen niños en brazos sin otro fin que el
de conmover al personal.
Montaron
en un momento, en la bancada podemita, un Nacimiento laico. Y yo escuchaba a
las madres españolas quejándose de que aquello, como mínimo, era una burla.
Debería
estar penado hacer que un niño pequeño se trague una sesión del Congreso. Para
algo montaron la guardería. Y no vengo a decir que nos haga falta una en las
Cortes. Lo que realmente nos urge son nacimientos. Incluso por decreto. Y hay
políticas regionales para ayudar a las familias. “Haberlas, haylas”. Pero son
pocas y cortas.
Ya
hay quien avisa de que o cambian las estadísticas por estos lares o dentro de
poco veremos lo mismo carteles con un lince ibérico que con un bebé avisando
del riesgo de extinción.
Castilla
y León pierde población y las cigüeñas crotoran sus penas.
Al
final el niño ni lloró ni mamó.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el 15 de enero de 2015.
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