Una
cabalgata sin camellos, ni caballos, es un desfile cutre. Un movilizar al
personal para un paseo friolero a lo sumo. Una manera de joder la ilusión a los
niños para imponer la mediocridad moral de unos intereses políticos. Y en el
auge del animalismo ridículo salió Carmena a prohibir las ocas de Miguelín en Madrid. A esta orilla del
Pisuerga nos dejaron sin caballos, ni camellos. Quizá hasta prohibieron sacar
al perro de casa en el transcurso de la cabalgata no vaya a estresarse el
chucho entre la pompa y la multitud y acabasen acusando al dueño de maltrato animal,
de falta de sentimiento. O vaya usted a saber. A Sancho Panza le confiscaron el
burro.
Son
ganas de matar la ilusión a los niños. No se extrañen si el año próximo las
carrozas de la cabalgata llevan cada una las siglas y el color de un partido
político. Unas moradas, otras rojas e Izquierda Unida, con esto que dice Garzón
de cambiar las siglas –para jugar al despiste– ya no sabe uno que color
elegirán. Tal vez entonces en vez de caramelos lancen papeletas u hojas de
afiliación al partido de turno, que hay alcaldes que en vez de en gobernar, se
pasan los cuatro años pensando en conseguir votos.
Si
no les gusta esta tradición cristiana no asistan. Algo así como Carmena cuando
decía que no iría nunca al palco del Bernabéu pero al final la pudo querer
estar en el cogollo madrileño. Porque el Madrid es mucho Madrid. Y ahora con
Zidane esperemos que un poco más.
Aguirre,
que no es santo de mi devoción, ni de la de los agentes de movilidad, dijo
acertadamente aquello de que ella estaba “a favor de la paridad, no de las paridas.” Pero entre tanto nos cuelan, o mejor dicho nos
quitan, hasta los caballos.
“Pobres
ocas” gritaban los animalistas para
defender que no se incluyeran este año en la cabalgata mientras mandaban a los
padres al supermercado de extranjis a por el foie de estos días.
En
Madrid, Carmena monta el espectáculo y se suman en Valladolid por el que dirán.
“La explicación de
que no haya caballos es que la utilización de animales en un espectáculo
público a veces genera algunas discusiones”, se excusó Puente.
Pero al final, aunque descabalguen a sus Majestades de
Oriente de sus monturas y les pongan hasta la zancadilla habrán dejado esta
madrugada los regalos en las casas de la gente de bien.
Guillermo Garabito.
Publicado en El Día de Valladolid el miércoles 6 de enero de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario