lunes, 11 de enero de 2016

Cabalgata acomplejada

Una cabalgata sin camellos, ni caballos, es un desfile cutre. Un movilizar al personal para un paseo friolero a lo sumo. Una manera de joder la ilusión a los niños para imponer la mediocridad moral de unos intereses políticos. Y en el auge del animalismo ridículo salió Carmena a prohibir las ocas de Miguelín en Madrid. A esta orilla del Pisuerga nos dejaron sin caballos, ni camellos. Quizá hasta prohibieron sacar al perro de casa en el transcurso de la cabalgata no vaya a estresarse el chucho entre la pompa y la multitud y acabasen acusando al dueño de maltrato animal, de falta de sentimiento. O vaya usted a saber. A Sancho Panza le confiscaron el burro.

Son ganas de matar la ilusión a los niños. No se extrañen si el año próximo las carrozas de la cabalgata llevan cada una las siglas y el color de un partido político. Unas moradas, otras rojas e Izquierda Unida, con esto que dice Garzón de cambiar las siglas –para jugar al despiste– ya no sabe uno que color elegirán. Tal vez entonces en vez de caramelos lancen papeletas u hojas de afiliación al partido de turno, que hay alcaldes que en vez de en gobernar, se pasan los cuatro años pensando en conseguir votos.

Si no les gusta esta tradición cristiana no asistan. Algo así como Carmena cuando decía que no iría nunca al palco del Bernabéu pero al final la pudo querer estar en el cogollo madrileño. Porque el Madrid es mucho Madrid. Y ahora con Zidane esperemos que un poco más.
Aguirre, que no es santo de mi devoción, ni de la de los agentes de movilidad, dijo acertadamente aquello de que ella estaba  “a favor de la paridad, no de las paridas.”  Pero entre tanto nos cuelan, o mejor dicho nos quitan, hasta los caballos.

“Pobres ocas” gritaban los animalistas  para defender que no se incluyeran este año en la cabalgata mientras mandaban a los padres al supermercado de extranjis a por el foie de estos días.
En Madrid, Carmena monta el espectáculo y se suman en Valladolid por el que dirán. “La explicación de que no haya caballos es que la utilización de animales en un espectáculo público a veces genera algunas discusiones”, se excusó Puente.

Pero al final, aunque descabalguen a sus Majestades de Oriente de sus monturas y les pongan hasta la zancadilla habrán dejado esta madrugada los regalos en las casas de la gente de bien.

Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid el miércoles 6 de enero de 2016.

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