miércoles, 19 de noviembre de 2014

García Benito en la Diputación

Portada Vogue de G.B.
Con los pies todavía fríos por las prisas y la temperatura del lugar, escribo este artículo con garbo para que llegue en hora. Hago de cronista de ultratumba, de depósito bohemio y almacén caótico bien clasificado, con más arte del que ya quisieran muchos museos con ínfulas.

Gracias a la amabilidad de Concha Gay y Julio del Valle pude visitar los fondos artísticos de la Diputación provincial. Cúmulo extenso de cuadros y escultura donde se agolpan los siglos y el renombre de grandes artistas, que cuelgan bien ordenados y catalogados a lo largo de inmensos paneles.

En ese almacén se le hielan a uno los pies a la temperatura exacta que hay para conservar los pictóricos tesoros. Allí muda, entre los de su gremio reluce, en cantidad y calidad, la obra de Eduardo García Benito, pintor nacido en 1891 en esta ciudad del Pisuerga y la Esgueva, que recorrió el mundo en las mullidas comodidades del éxito. Pero como de todo depara la suerte, también conoció la ruina económica.

Don Eduardo fue becado joven por su talento, trabó amistad con Picasso o Modigliani y triunfó en el París de la época de Juan Gris. Trabajó como ilustrador para publicaciones de la talla de Vogue o Vanity Fair, en aquellos años refulgentes del estilo Art decó -insurrecta corriente contra la austeridad forzada tras la Gran Guerra-. Dibujó innumerables portadas con las que ganaba para vivir todo un mes, a alta velocidad, en el Nueva York del Gatsby de Scott Fitzgeral. Felices años veinte donde todo deslumbraba a ritmo de jazz y excesos. Inopinadamente, la fortuna le hizo ‘’crac’’ en el veintinueve.

Volvió a España, a la Valladolid modesta, provinciana y la Excelentísima Diputación, supo entonces tener la altura de miras de pensionarle hasta el fin de sus días, a cambio de conservar su obra tras la muerte. Los últimos años se le veía comiendo en el Círculo de Recreo y de Nueva York, ya sólo le quedaban chalecos amarillos de terciopelo gastado y recuerdos que paseaba nostálgico por Valladolid.


Hoy, viendo tan fascinante colección, sería gran idea que la Diputación, dentro de su buen hacer cultural, nos brindase a los vallisoletanos y a los foráneos que llagasen atraídos por el cartel, una exposición donde se muestren los lienzos, portadas, dibujos y grabados de García Benito. Pues sus obras son, allí escondidas de las miradas, cadáveres fresquísimos que rezuman arte y soledad. 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid, 19 de noviembre de 2014.

1 comentario:

  1. Interesante artículo para los que desconocíamos la existencia de estas obras en Valladolid. Gran prosista estás hecho.
    J.T.S.

    ResponderEliminar