A los leoneses dice el UPL
que no le gusta Villalar. Mis amigos de allí aseguran que eso es una
celebración de los castellanos. ¡Claro que es una cosa de los castellanos! Nos dedicamos
a celebrar a los muertos, los traidores con razón, las amapolas cercenadas sin
miramientos un abril de 1521. Villalar hoy es una proclama regionalista sólo a
medias, una fiesta para la mitad de CyL porque los de “L” aseguran que a ellos ni
les va, ni les viene.
En la campa, que casi
siempre está húmeda, se dejan ver los políticos muy de mañana. Se hacen fotos y esas cosas que deber obliga antes de volverse
con presura. El ambiente suele ser hostil y eso amarga hasta la sonrisa
electoral. Más allá del cordón verde, que templa los insultos, queda el paisaje
de domingueros con las tiendas.
¡Están los ánimos como
para celebrar derrotas! Me sugiere una amiga el por qué no celebrar como día de
la comunidad la Toma de Granda, o cualquier otra efeméride menos lúgubre. A ver
si tanto sentimentalismo regional nos va a nublar el juicio y acabamos pidiendo
la independencia como Cataluña. ¡Digo más! La restitución del antiguo Reino de
Castilla. Villalar con su rota y con su orgullo.
Se tiñó la paramera entre
amapolas por doquier, ‘’bajo un
cielo infinito’’, que crecen como un mar rojo. “Cada
veintitrés de abril / se alce tu cruz, Comunero”. Y que cruz… piensa el
comunero cansado de que le recuerden cada año la amarga derrota.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el 24 de abril de 2015
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