lunes, 14 de marzo de 2016

Al pan, pan

Están de moda las panaderías con mesas, café y el té a las cinco y abren cuatro en la misma calle. “Iba yo a comprar el pan…” y ya hasta Umbral dejaría de ir a comprarlo para no tener que andar pensando en cuál entrar sin hacer el feo al panadero de al lado. Es la burbuja de moda, como el independentismo en Cataluña al que se suma hasta el charnego Rufián porque le va en el sueldo. Más o menos como las inmobiliarias en su momento, sólo que el pan se come y el ladrillo… con patatas. Las burbujas son algo cultural en nuestra sociedad. Un modo de vida. Y si no acuérdense del duque de Lerma cuando el rey Felipe III.  

El Senado es la burbuja mayor. Y el Congreso de los Diputados –que ahora quieren que sea también de las “diputadas” en un ataque de “pariditis”– tiene algo de burbuja venida a más; sobredimensionada. Me di cuenta el otro día mientras seguía el eterno amago de  investidura. No es normal que se tarde más en votar que en leer los discursos de turno. Aunque por otro lado ese “sí” o “no” es todo lo que justifica el sueldo de muchos diputados a los que no se les vuelve a escuchar en toda la legislatura.

En los parlamentos autonómicos viene a ocurrir algo parecido, y en Castilla y León presenta el PP la propuesta de reducir el número de procuradores. Pero uno se pregunta qué harán con las butacas que queden vacías. Siempre hacen feo en una foto y no estamos para construir un hemiciclo nuevo con esto de la crisis.


La nueva burbuja son los nuevos partidos, disculpen la redundancia. No venían a por cargos –o eso vendieron al personal– pero bien que pidió Iglesias la vicepresidencia de no sé qué gobierno progresista y unos y otros colocaron a los suyos en las diputaciones como asesores mientras intentan echarlas el cierre. Porque tengan algo, que está la vida difícil. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el viernes 11 de marzo de 2016.

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