jueves, 3 de marzo de 2016

Rita, la tornera

Declaraba ayer Rita Maestre por los juzgados de Madrid con el rostro compungido y un alzheimer preocupante para su edad. Que si “yo me coloqué atrás” cuando asaltamos la capilla, que si yo estaba en el centro del meollo. “Entre los pucheros anda Dios” escribió Santa Teresa, pero Rita Maestre no entendió a la santa y llegó al juicio con gesto de arrancarse a llorar en cualquier momento.
“Fueron cinco minutos hace cinco años”, se excusó. “No tenía eso en la cabeza cuando me levanté aquella mañana”. Y menos mal.

Conforme avanzaba el juicio se iba viendo en su declaración –acabó la perdiz con nauseas– el carácter voluble de la concejala. Aquel día la dio por profanar una capilla, hoy por la política y quizá mañana, con la venia del juez, la dé por meterse a monja de clausura por el arrepentimiento de sus actos. Y es que la chica, con  sentimiento de culpa, tal vez tenga la tentación de tomar los hábitos para reconciliarse con Dios y consigo misma. Visto el mundanal ruido, la suciedad y el ajetreo de Madrid querrá venirse la concejala de Carmena a provincias a rezar para no ser “casta”. A ver si entre llanuras y labores escucha con claridad la voz de su conciencia y la de Dios mismo.

Mañana se levantará con vocación de tornera conventual y pedirá sustituir la plaza vacante en el Monasterio de Santa Clara de Palencia, el de Zorrilla, que dejara Margarita la tornera cuando se fue a vivir sus amores con Don Juan.


Ayer se arremolinó el personal a la puerta del juzgado para ver si Maestre se sacaba un pezón en acto de rebeldía contra el juez, o algo, pero se despertó mansa la concejala. Ha entendido que hay que conservar el sueldo, que no está España para andar perdiendo trabajos tan lucrativos y privilegios. Que hay que preservar el puesto, incluso el de su padre al que metió en el Ayuntamiento a su llegada.

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC el viernes  19 de febrero de 2016.

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