Los
juzgados se han convertido en un eterno desfile de caras conocidas, de
ministros en horas bajas y altos cargos que resultaron dejarse querer más de la
cuenta; mimaron al empresario de turno con algún favor del que, fíjense
ustedes, hoy no recuerdan nada. Según las declaraciones del ministro Catalá, de
las que rápido se retractó, los juzgados son un quebradero de cabeza para los
políticos poco honrados y, claro está, para sus partidos. Lo de estudiar si
sancionar a los medios de comunicación que publiquen filtraciones de los procesos
fue tirar la piedra, un ahí lo dejo, para que luego nadie se asuste.
Entre
tanto se imprimen carteles de “se busca”. Eso ordenó el juez de Ruiz Mateos
padre en Valladolid –el pasado martes– al no presentarse en uno de los pleitos
que todavía le cuelgan. Ido Boyer le roe la nostalgia y los disfraces, ahora,
le vienen grandes. No tardaron mucho en encontrarle en la UCI de un hospital de
los madriles porque el corazón
tampoco es lo que era… ya no pega como antes, “leche”.
Los
escándalos de corrupción reverdecen en primavera y para muchos, los tribunales
comienzan a ser el octavo círculo del Infierno de Dante, sin Gerión y sin luz al final del túnel, camino
de la quinta fosa, la de la brea hirviendo de manos sucias. El PSOE recrimina públicamente
al ministro de Justicia la ocurrencia mientras en sus filas, en silencio, a
otros les vuelve la vida y el aliento y no aplauden porque es la oposición y
las formas hay que guardarlas de cara al público cuando se acercan las
elecciones.
1
de Mayo y del Trabajo, unos con tanto –jueces y fiscales anticorrupción– y otros
sin nada. Cinco millones y medio de parados todavía. “Juicios tengas y los
ganes” dicen los viejos de esta tierra. Este es el país “del éxodo y del
llanto”.
Guillermo Garabito.
Publicado en ABC CyL el 1 de mayo de 2015
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