miércoles, 7 de octubre de 2015

Trueba, el oso y la mala educación.

A Fernando Trueba la nacionalidad le viene grande; se le escapa entre sus ironías de mal gusto pagadas por todos los españoles. “Ni cinco minutos de mi vida me he sentido español” decía con el otro ojo buscando la salida consciente del revuelo que iba a armar. La cara de Méndez de Vigo, incrédulo, se retorcía maquinando una contestación. 

Como se sintiera aquel día Trueba, a mí y creo que al resto de los españoles, nos la trae al pairo. No lo hizo con mala intención. Usó el foro y su discurso de agradecimiento para ahorrarse los cien euros del psicólogo y expresar en voz alta sus sentimientos. ¡Qué pícaro el cineasta!

Valladolid es un  circo con un oso haciendo cortes de mangas al personal. Como la noticia que recogía  Luis Amo recientemente en este periódico. Aquella escena que tenía demasiado de película de los hermanos Marx, del humor de lo absurdo de Jardiel Poncela, en la que el dueño del circo sacaba al animal a saludar con este gesto tan elocuente a los animalistas que protestaban a la puerta. Y a la Seminci, que ya tenía concedido el premio antes de que a Fernando Trueba le diese por ese humor progre que se lleva ahora, quizá le dé pereza andar cambiando de premiado; sobre todo porque eso requeriría buscar otro. Y a ser posible mediático. Es verdad que el premio no se concede por lo español que se sienta el galardonado. Pero hay que felicitar al festival por su talento, siempre descubriéndonos directores “extranjeros”, como antaño a Ingmar Bergman.

“Qué pena que España ganara la Guerra de la Independencia” dijo el madrileño. Querrá que le den alguna subvención en el país vecino este mini Sartre metido a oportunista.


No creo que Valladolid sea el mejor sitio para concederle un premio después de su desafortunado comentario. Bien dicen de los castellanos que somos secos a la hora de expresarnos. A ver si entre tanta locuacidad de monologo torpe malinterpretamos alguna palabra y ya tenemos titulares otra vez. En esta ciudad, capital que fue de España, le vamos a dar 60.000 euros, ahí es nada, y a cederle otra vez un micrófono cruzando los dedos para que tenga más fino el sentido del humor de lo que lo tuvo la última vez. 

Por Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid el día 30 de septiembre de 2015.

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