viernes, 13 de noviembre de 2015

Listas renovables

Noviembre primerizo, preelectoral e inconstante. Van cayendo de las listas para las generales los políticos de siempre como hojas ya prejubiladas de su adorno. Y se pregunta uno si va a haber suficientes candidatos para cubrirlos y piensa en el Hemiciclo del Congreso y del Senado como en un páramo vacío y lóbrego. Pero luego me acuerdo de lo interesante del sueldo y lo ventajoso del oficio y recupero la confianza en que saldrán nuevos candidatos.

Ana Mato renuncia por convicción propia de volver a ir en las listas, que no es más que la forma menos vergonzosa de confirmar su exilio. La perennidad en política fue un lujo que parece se acabó con esta renovación que venden ahora los partidos. Y sacrifican a  varios de sus candidatos en provincias para colgarse medallas un tanto huecas en la capital. Entre tanto, en Moncloa, Rajoy se tira de los pelos pensando que lo están echando todo a perder: si se le apuntan al paro todos los que no repiten en las listas, qué brotes verdes va a vender de cara al 20-D.

Los escépticos dudaban de las energías renovables. Ay, incrédulos. Tantos molinos eólicos que quizá no vengan a renovar nada más que las listas. Y no es poco.  

En CyL a Villarubia lo sacrifica el PSOE. Y el PP va dejando un reguero de diputados y senadores lacrimógenos estos días. León de la Riva salió a la palestras no sabemos muy bien a decir qué con aquello de “las neuronas me funcionan modestamente como para desaprovecharlas”. Quizá soñaba con el Senado, que es ese resort donde mi abuela me dice que si no le harán un hueco para irse de vacaciones, que lo del Imserso es pobretón y lento.

Los de Ciudadanos corrieron a recordar que su pacto con Herrera incluía que el exalcalde siga paseando, flâneur y ocioso, por el Campo Grande y no por el Senado; esa institución donde sortean la depresión los políticos de antañazo.

Guillermo Garabito.


Publicado en ABC CyL el 6 de noviembre de 2015

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