Prohíben
en Cataluña los circos con animales y montan el espectáculo en el Parlament
para que nadie los eche en falta. Mas no muerde, pero aprieta en este ridículo
internacional llevado hasta el extremo. Un golpe de Estado, aunque famélico,
sigue siendo un golpe de Estado.
Me
extrañó que no habilitaran una tribuna el lunes para el público y cobrasen la
entrada con el propósito de financiar el procés.
Es más fácil, mientras el Gobierno lo permita, hacerlo a costa de todos los
españoles.
Qué
las instituciones catalanas quieran romper unilateralmente con el resto del
país es como si yo mañana declaro la república independiente de mi casa. Una
utopía viable hasta final de mes cuando llegue el banco con la hipoteca. Esta
intentona independentista, precipitada y mal hecha, lo que menos tiene es
estilo y va cayendo por su propio peso.
Mientras
tanto afirma Errejón que “como vuelva a ganar
Rajoy se va a querer independizar hasta Valladolid”. Y pienso que en
verdad tendríamos más razones que Artur, Forcadell y compañía. En Valladolid
conservamos la única casa en la que se sabe con certeza que vivió Cervantes.
Una de las fundaciones de Santa Teresa. Fuimos escenario del nacimiento de dos reyes
y morada de ilustres escritores como Lope, Góngora o Quevedo. Déjenme exagerar
cuando digo que la historia pasó en Valladolid y no en Cataluña y por eso andan
los “expertos” de Artur Mas nacionalizando con prisas a Miguel Ángel Buonarroti,
a Santa Teresa y a Colón. El Quijote de Cervantes se lo están pensando, porque
suficiente tienen con las locuras y los molinos de Artur.
Hay
un enarbolamiento de banderas en lontananza, un uso del lenguaje amenazador. Como
cuando dicen eso de “empoderamiento” en el
Parlament y uno se acuerda de la película de “V de Vendetta” y de cuando
las palabras empezaron a dar miedo. Lo que está viviendo Cataluña, en verdad,
es un proceso totalitario en toda regla.
Guillermo Garabito
Publicado en El Día de Valladolid el 11 de noviembre de 2015.
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