jueves, 26 de noviembre de 2015

Con nocturnidad

Me gustaría dormir menos y leer más. Tener un insomnio ligero con el que, aburrido, echarme a la calle a pasear de madrugada. Entre el silencio y la nada. Aunque también me gustaría dormir más, o al menos despertarme más tarde porque como dice José Delfín Val: “Antes de las once de la mañana no se escribe nada decente”.

La semana pasada por la noche me fui a Urgencias de madrugada. Llevaba tiempo queriendo ver cómo habían quedado las nuevas instalaciones del Clínico y no se me ocurrió mejor situación que aquella, con el pie hinchado como un globo. En la sala de espera, solo, entendí que con las Urgencias de los hospitales ocurre como con las tarifas de la luz, las usamos mal. Por eso unas se colapsan y las otras salen tan caras. Hay que usarlas de madrugada, que es cuando tienen su funcionamiento óptimo. En días de diario, faltaría más. El  viaje a urgencias resultó interesante. Ligué con la enfermera que era rubia, alegre y me preguntaba si a esas horas y con el pie de aquella manera me quedaban ganas de pedirle una cita. Salí cojeando y con su número de teléfono. Y como no encontré ningún taxi decidí pasear mi cojera entre la niebla hasta casa.

La ciudad a esas horas es menos ciudad. Tiene otro ritmo. Parece el cuerpo yerto de no sé qué grandeza rota. Y uno teme que se haya muerto, de repente, o por el frío, hasta que le vuelve a encontrar el pulso y los latidos que se escuchan en lo alto de la torre de La Epístola de la Catedral cuando, vacía, la ciudad permite apreciar la electricidad que recorre la terraza de la torre para que no se posen las cigüeñas.  Serían las cinco y media de la mañana y en algún café de Cantarranas quedaba vida y luces que celebraban, con la reja bajada, una fiesta a la que no me habían invitado.


Durante el paseo tenía claro que aquello merecía un artículo y lo hubiese escrito según llegué a casa pero me quedé dormido por las horas y la medicación. Claro está que no le he preguntado a José Delfín si de madrugada se escribe bien o tampoco lo aconseja. 

Guillermo Garabito

Publicado en El Día de Valladolid el 25 de noviembre de 2015.

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