El verano es la ilusión de un amor… o de muchos. Y septiembre
llega inesperado y familiar. Septiembre es el eterno retorno de septiembre. Van
erigiéndose casetas por las calles mientras la ciudad toma conciencia de sí
misma nuevamente. Este tiempo atrás no
ha pasado nada y ha pasado todo, porque todo puede resumirse verano.
De las fiestas hay que huir; el primer día ante todo. No
puede salir uno a la calle sin que algún crío, morado de alcohol, le manche y
continúe como si nada. El modelo de las fiestas debería renovarse o morir. Son
lo de siempre y siempre gustan –dos días porque el bolsillo se resiente–. Y el
botellón en las Moreras con basura por doquier está pasado de moda. Las ferias
son monotonía de hábitos y de gente.
Por los pueblos en fiestas de la provincia corren astados que
“entre los cuernos, colgando / llevan muerte y llevan duelo”. Y corren también,
demasiados insensatos envalentonados que, sin reparar en el peligro, se ponen
delante del toro y muchos terminan dando gracias de acabar tan sólo en volandas
como pañuelos blancos y no muertos. En Valladolid el cartel taurino para las
fiestas no podía ser mejor. La nueva corporación municipal dice que no
prohibirá los toros –¡faltaría más!–. Se lavó las manos y capeo el asunto.
Del nuevo alcalde los hay que dicen que muy mal y lo decían
incluso antes de que llegara. Y los hay que viven tranquilos y en espera porque
no ha tenido tiempo de mucho. Al menos este verano nos hemos ahorrado titulares
en la prensa nacional, que no es poco. De los concejales, Presencio, que le
cogió afición al cargo, sigue a lo suyo. Pide perdón pero no se va, que es como
decir: lo siento por nada. Entre tanto la dirección nacional de Ciudadanos
sigue de vacaciones.
Se abre un curso nuevo en lontananza con elecciones en
Cataluña y unas Generales para las que Rajoy mira etapas del Camino de Santiago
–que pueda recorrer entre mitin y mitin– con idea de encomendarse al Santo. Se
fue a Berlín a consultar al oráculo. A decir que tiene los deberes hechos.
Bicicletas aparcadas. Las
bicicletas son para el verano. Ido el verano queda septiembre. Septiembre es la
resaca de la nada.
Guillermo Garabito.
Publicado en El Día de Valladolid el miércoles 2 de septiembre de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario