Cuando uno está sin tema para el artículo de del día
siguiente se encomienda a todos los santos y hasta se monta teorías cogidas con
pinzas sobre los pasos a seguir para que nunca falte tema para la columna de mañana.
Qué si escribirla sentado de esta forma o vestido de aquella manera... Y ya
cuando la actualidad no hay por dónde agarrarla yo he llegado a pensar que para
ejercer con lucidez este oficio, quizá haya primero que hacer amago de ir para
cura y ya después tomar los hábitos de clausura de la pluma y el papel. Puede
sonar a broma pero resulta que, cuanto más se indaga más se ve que muchas de
las grandes firmas que han pasado por el género tuvieron en mayor o menor
medida sus coqueteos con eso vestir de negro.
Me relataba mi amigo y periodista José Delfín Val
que su tío Gerardo, delegado de la Agencia EFE en Roma en la década de los sesenta,
cuando por allí ejercía también el oficio Jaime Campmany, tomaba prestada la
sotana de un amigo sacerdote para pasearse por los pasillos del Vaticano. Como
Pedro por su casa. Y así, con la seguridad del atuendo de incógnito, se ponía
al día de los asuntos de la Santa Sede. Después, los españoles del gremio, que
en esto del yantar nos distinguimos rápido, se juntaban a comer garbanzos de
Fuentesaúco y dilucidar lo que se cocía o se dejaba de cocer de la Plaza de San
Pedro hacia dentro. Y esto no era lo mismo, pero a mí cuando estoy a última
hora sin artículo también me vale para justificar mi teoría. Y me digo que el
tío de José Delfín no pasó por ningún seminario, pero llegó a cura postizo o
figurante y eso tiene que dar también muchas tablas a la hora de escribir.
Lo de vestir de negro se lo tomó más en serio –el
tiempo que le duró, claro– Lope de Vega,
sin columna y con sotana, cuando se metió a sacerdote y se volvió a salir por
una tal Marta de Nevares. La cabra siempre tira al monte.
Después remato la columna, pierdo esa vocación efímera
y decido que meterse a cura no soluciona la papeleta. Que ya mañana saldrá más
del tirón.
Guillermo Garabito.
Publicado en El Día de Valladolid en abril de 2016.
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