domingo, 1 de mayo de 2016

Atado a la columna

Cuando uno está sin tema para el artículo de del día siguiente se encomienda a todos los santos y hasta se monta teorías cogidas con pinzas sobre los pasos a seguir para que nunca falte tema para la columna de mañana. Qué si escribirla sentado de esta forma o vestido de aquella manera... Y ya cuando la actualidad no hay por dónde agarrarla yo he llegado a pensar que para ejercer con lucidez este oficio, quizá haya primero que hacer amago de ir para cura y ya después tomar los hábitos de clausura de la pluma y el papel. Puede sonar a broma pero resulta que, cuanto más se indaga más se ve que muchas de las grandes firmas que han pasado por el género tuvieron en mayor o menor medida sus coqueteos con eso vestir de negro.

Me relataba mi amigo y periodista José Delfín Val que su tío Gerardo, delegado de la Agencia EFE en Roma en la década de los sesenta, cuando por allí ejercía también el oficio Jaime Campmany, tomaba prestada la sotana de un amigo sacerdote para pasearse por los pasillos del Vaticano. Como Pedro por su casa. Y así, con la seguridad del atuendo de incógnito, se ponía al día de los asuntos de la Santa Sede. Después, los españoles del gremio, que en esto del yantar nos distinguimos rápido, se juntaban a comer garbanzos de Fuentesaúco y dilucidar lo que se cocía o se dejaba de cocer de la Plaza de San Pedro hacia dentro. Y esto no era lo mismo, pero a mí cuando estoy a última hora sin artículo también me vale para justificar mi teoría. Y me digo que el tío de José Delfín no pasó por ningún seminario, pero llegó a cura postizo o figurante y eso tiene que dar también muchas tablas a la hora de escribir.

Lo de vestir de negro se lo tomó más en serio –el tiempo que le duró, claro–  Lope de Vega, sin columna y con sotana, cuando se metió a sacerdote y se volvió a salir por una tal Marta de Nevares. La cabra siempre tira al monte. 


Después remato la columna, pierdo esa vocación efímera y decido que meterse a cura no soluciona la papeleta. Que ya mañana saldrá más del tirón. 

Guillermo Garabito. 

Publicado en El Día de Valladolid en abril de 2016.

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