viernes, 13 de mayo de 2016

Irse de oros

Para meterse de obras en una casa es mejor tirarla y volver a reconstruirla. Duele menos. Estar de chapuzas es vivir en la intranquilidad constante, escuchar golpes de piqueta imaginarios hasta en la cama. Yo me he puesto de obras en La Mudarra animado por la buena suerte de esos obreros que picando muros en una casa de Valoria la Buena se encontraron con un botín que ronda el cuarto de millón de euros. Doscientas setenta y tres monedas de oro del silgo XVIII. Y así, de paso, pago la obra. Pero yo por el momento sólo he encontrado un par de fugas.

Las casas viejas, y las antiguas, tienen más goteras que posibilidades de fortuna. Y un jardín desmelado que crece sobre las tejas deshechas y soleadas en lo alto del tejado. Se lamentaba León Felipe de no tener una casa solariega, una casa blasonada. Pero no sabe los disgustos que se ahorraba.
Las alegrías se las llevan dos o tres. Como el dueño de la casa en cuestión cuando le llamaron los operarios para decirle que había aparecido tal botín… Pero que ya se lo habían repartido ellos, que para eso lo han encontrado.

A raíz del descubrimiento me he enterado de que las monedas son propiedad de los dueños de la casa porque estaban en los muros, si llegan a estar en el suelo lo serían de Patrimonio. Y yo he llamado a Patrimonio para decirles que cómo me tienen las tuberías en este estado. Que vale que no son de oro, pero son lo menos de hierro de la Edad de los Metales; de hace unos seis mil años.

No resignándose a la mala suerte de que las monedas fueran de otro hubo algún obrero que se apresuró a invertirlas antes de que dieran con ellas. Y no se le ocurrió mejor lugar que entre luces de neón, en el oficio más antiguo del mundo. Y al rematar pagó con una de las famosas monedas. Y hasta pediría factura, el individuo, para desgravarse.

Guillermo Garabito. 

Publicado en ABC CyL el 13 de mayo de 2016.

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