domingo, 1 de mayo de 2016

Herrera en su onda

Montoro tiene la simpatía en funciones. Y la mala leche. Cuando llegan cartas certificadas a la Junta de Castilla y León y pide el cartero a Herrera que las firme allí, a la puerta y en zapatillas, en Colegio de la Asunción, el presidente consulta primero de dónde vienen. “¿Hacienda? ¿Y sabe usted cómo tiene hoy el día Cristóbal?”, pregunta Herrera.  “Siendo de Montoro... ¡Ya mejor la abro mañana!”.

Se han perdido las relaciones epistolares. Ya nadie manda cartas salvo Hacienda. La relación epistolar de Montoro con sus diecisiete novias es un amor-odio con una de cal y otra de cal. Y va citándolas una por una a cada una de ellas el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar para despedirse –o quien sabe–, con bronca final por no haber cumplido las promesas de amor y reducción del déficit eterno. Y esta maniobra de citarlas a todas juntas no sé si es una locura o una genialidad.

Tengo un amigo que llegó a tener tres novias a la vez. Tres o cuatro días nada más, pero a la vez. La misma tarde, a lo loco, fue al cine con las tres. Una detrás de otra. Y cosas de la cartelera, todas querían ver la misma película. “Mejor otra ¿no? Es que esta acabo de venir a verla con la otra novia…” se excusaba mi amigo con picardía. Y así le salió la tarde redonda y consiguió empalmar tres películas distintas con la “verdad” por delante. Montoro es más temerario y quiere invitar a todas a ver la misma película y encima recordarles a catorce de ellas que todavía le deben dinero de las copas de ayer.

Se quejan las comunidades con el argumento de que si catorce de diecisiete incumplen el déficit, “algo pasa”. Y ahí saldría mi madre a decir que si catorce se tiran por un puente ¿ellos también? Que ésa no es excusa.

Guillermo Garabito.

Publicado en ABC CyL en abril de 2016.

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